El 2024 el CEI celebró cuatro décadas siendo un espacio de reflexión, de crecimiento espiritual y de profundización con Dios para las personas que se acercan buscando aprender a reconocer y experimentar Su amor en todos y en todas las cosas, como nos cuentan su directora Selia Paludo y el capellán Alejandro Longueira sj.
Artículo publicado en revista Jesuitas Chile n.58
Por Ingrid Riederer
Hoy, como ayer, la misión del Centro de Espiritualidad Ignaciana (CEI) (www.ignaciano.cl) se mantiene intacta, ya que en una sociedad cada vez más individual, las personas que buscan a Dios o necesiten profundizar su relación con Él, pueden encontrar un acompañamiento comprometido en el CEI. En este aniversario conversamos con su directora, Selia Paludo, y con su capellán, Alejandro Longueira sj, para conocer más de su labor y sus desafíos para el futuro.
—Alejandro, ¿qué es la Espiritualidad Ignaciana?
La Espiritualidad Ignaciana es la experiencia y modo de vida de San Ignacio de Loyola en su búsqueda incesante de la voluntad de Dios para él y sus “primeros compañeros” por ayudar “a la salvación de las almas”. Fue en ese largo caminar, con sus altos y bajos, cómo Ignacio fue reconociendo y asumiendo el deseo
profundo de Dios para con su vida y la de sus compañeros, señalándoles una manera propia de vivir la vocación, el modo de proceder y la misión encomendada.
—¿Qué rol tienen los Ejercicios Espirituales dentro de la Espiritualidad Ignaciana?
Los Ejercicios Espirituales recogen la esencia de la experiencia espiritual y religiosa vivida por San Ignacio de Loyola. En ellos, se nos invita a buscar y hallar la voluntad de Dios en nuestra vida (hacer el camino de salvación trazado por Dios —a ejemplo de Jesucristo—), reconociendo nuestro propio lugar en este mundo
y asumiendo nuestra misión particular al estilo de San Ignacio: ¿qué haría Cristo en mi lugar?
—¿Qué es el Centro de Espiritualidad Ignaciana?
El Centro de Espiritualidad Ignaciana es fruto de los aires “frescos y renovadores” de la Iglesia católica después del Concilio Vaticano II. Es el deseo profundo de querer formar personas motivadas por la fuerza apostólica de los Ejercicios Espirituales para el servicio de la fe y la promoción de la justicia, que la misma fe exige. Hoy, su finalidad sigue siendo actual: “responder a la erosión eclesial de muchos cristianos, al desinterés y a la creciente ignorancia religiosa, al individualismo y al abandono del bien común”.
—Selia, ¿cómo ha sido este caminar de 40 años?
Nos sabemos enviados a las fronteras, donde queremos conservar lo más genuino de la experiencia de San Ignacio de Loyola, para acercar su espiritualidad al cambiante mundo de hoy mediante nuevos lenguajes y formatos, difundiéndola por medio de los Ejercicios Espirituales y actividades formativas. Hemos estado atentos a los cambios que la Iglesia y la sociedad chilena fueron viviendo, y buscamos responder a las interrogantes del nuevo ser humano de nuestros días, ofreciéndole la experiencia de los Ejercicios Espirituales, formación psicoespiritual y acompañamiento espiritual.
—¿Cómo la Espiritualidad Ignaciana contribuye a la búsqueda de sentido de las personas?
La Espiritualidad Ignaciana es una espiritualidad encarnada que favorece a toda persona para que se sienta incluida desde su realidad más genuina, y por lo tanto abre espacio para que cada uno, desde su proceso personal, realice un camino de reencuentro consigo mismo, de apertura a otros, de encuentro con la divinidad encarnada en su creación.
—¿Cómo el CEI se ha adaptado a los cambios de la sociedad?
La misión del CEI sigue estando vigente en la sociedad posmoderna y movida por los cambios constantes. Hemos pasado de trabajar en modalidad con actividades presenciales, a híbridas online y virtuales. Hemos estado reflexionado constantemente en torno a cómo servir más y mejor desde la espiritualidad. Hemos apostado por formar e informar a través de las redes sociales. Ir al encuentro de la persona con nuestras actividades y no esperar que ella venga a nosotros, junto con que muchas actividades no tienen costo para que un mayor número de personas participe.
—En el último tiempo se han realizado talleres de autocuidado para personas y también instituciones. ¿Por qué se han incluido esas temáticas?
Hemos estado por muchos años apoyando a las personas e instituciones en su formación y búsquedas. Una de las herramientas necesarias para que la persona pueda vivir plenamente es sentirse integrada en su lugar de trabajo. La cultura del cuidado cada día es más necesaria, por la valoración y dignidad de la persona.
—¿De qué manera se proyecta el CEI hacia el futuro?
El CEI del mañana es como una “agencia de viajes” en que toda persona puede armar su “pack de viaje” y recibir distintas ayudas para su itinerario espiritual. Queremos hacer sinergia con otros centros de espiritualidad de América Latina y El Caribe, así como con otras obras de la Provincia. Buscar conectar con la espiritualidad cívica, tener una mirada mística de la ciudad. Ayudar en temas de la espiritualidad de lo cotidiano: tratar la
violencia, el perdón, los duelos, acompañar parejas y familias. También buscar sinergias con otras tradiciones religiosas en una sociedad y cultura que va cambiando. JCh