Ascensión del Señor / Séptima semana de Pascua

¿Y dejas, Pastor santo, / tu grey en este valle hondo, escuro, /con soledad y llanto, / Y tú, rompiendo el puro / aire, te vas al inmortal seguro?
Las quejas de Fray Luis de León en su “Oda a la Ascensión”, podrían ser también nuestra oración en estos tiempos de pandemia y cuarentenas. Pero no podemos olvidar lo que hemos leído o escuchado en el Evangelio de San Juan en el tiempo previo a esta fiesta: “No los dejaré huérfanos (…) rogaré al Padre y les dará otro Consolador, (…) Él hará que recuerden lo que les he enseñado y les explicará todo (…). Dentro de poco dejarán de verme, dentro de otro poco volverán a verme” (Cf. Jn 14 y Jn 16). Hemos vivido una Cuaresma y unas fiestas de Pascua especiales, en confinamiento, sin la presencia física de la comunidad –huérfanos en cierta manera- pero confiando en que el Resucitado nos dijo: “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt 18,20). De manera que está en medio de la familia, y en medio de quienes se hayan reunido –respetando las distancias- para orar, como corresponde al “pueblo sacerdotal” al que nos incorporamos por el Bautismo. El Pastor santo no se ha ido: el relato de su Ascensión simboliza su triunfo y glorificación
Pero, como no sabemos orar como conviene, el Espíritu es enviado en nuestra ayuda (cf. Rom. 8,26), y en esta semana nos prepararemos para celebrar, el próximo domingo, el recuerdo de su efusión sobre la Iglesia naciente. Mientras tanto, en esta semana tendremos ocasión de hacer nuestra la oración de Jesús por sus discípulos de entonces y por, los que gracias a la palabra de ellos, creerían en Él. Es decir, Jesús ora también por nosotros, pidiendo especialmente que sus discípulos y discípulas vivamos de tal modo unidos, que seamos uno, como Él mismo es uno con el Padre (Juan 17,20-26). Por eso, estos días alrededor de Pentecostés son días muy adecuados para orar especialmente por la unidad de quienes creemos en Cristo. Los cristianos de Chile nos hemos puesto de acuerdo para dedicar a la oración por la unidad la semana después de Pentecostés. Pero esa intención deberíamos conservarla durante todo el año, para que esa unidad de los cristianos se manifieste en el servicio, especialmente a quienes más necesitan de nuestra ayuda.
Los tiempos que se vienen serán especialmente difíciles, como señalan en forma unánime las autoridades y los expertos de todo el mundo. No podemos, entonces, quedarnos mirando al cielo… Jesucristo sigue estando con nosotros, “Y vendrá de la misma manera como lo vio partir” esa primera comunidad de sus discípulos, cabeza de la caravana a la que el Señor ha querido unirnos por nuestro Bautismo.
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