En una sesión extraordinaria del Consejo Académico de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), se llevó a cabo el acto de investidura de Cristián del Campo Simonetti SJ. como el nuevo rector de la institución, quien asumirá el liderazgo por los próximos cuatro años. Durante la emotiva ceremonia, el nuevo rector recibió la medalla que simboliza el traspaso de mando de manos del rector saliente, Eduardo Silva SJ.
El evento contó con la ilustre presencia de destacadas figuras, incluyendo a Gabriel Roblero SJ, Provincial de la Compañía de Jesús y canciller de la UAH, Julio Fernández SJ, rector de la Universidad Católica de Uruguay, en representación de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), así como del presidente del Directorio, Alberto Etchegaray, y el rector fundador, Fernando Montes SJ, junto con los miembros del pleno de la universidad.
Cristián del Campo, reconocido sacerdote jesuita, cuenta con una destacada trayectoria académica que incluye un título en Ingeniería Comercial y bachiller en Teología de la Pontificia Universidad Católica, así como un Master in Business Administration y Sacred Theology Licenciate de Boston College. Ha desempeñado roles de liderazgo como provincial de la Compañía de Jesús y ha sido capellán de importantes organizaciones como Un Techo Para Chile, Techo Internacional y Servicio Jesuita a Migrantes, hasta enero recién pasado.
Su relación con la UAH se remonta al inicio de la década, donde ha ejercido como académico y desde el año 2013 ha sido miembro del directorio de la institución.
En su discurso de investidura, el nuevo rector repasó brevemente su trayectoria como sacerdote jesuita y los diversos desafíos que ha enfrentado, haciendo énfasis en la importancia de mantener la esperanza y el compromiso con la sociedad. “Son muchas las razones que explican el malestar y el hastío que hoy experimentamos como sociedad, muchas las sensaciones y percepciones que los refuerzan. Hay tanta promesa incumplida, tantos problemas fundamentales de la vida social que nos aquejan (…). Sin embargo, la raíz cristiana de nuestra universidad nos impide renunciar a la esperanza. Todos quienes formamos parte de esta comunidad estamos llamados: con nuestro trabajo e ingenio, con nuestra docencia e investigación, con nuestra resiliencia y sentido de comunidad, con nuestros sueños y nuestros desvelos a crear razones para que nuestra sociedad no pierda la esperanza”, afirmó.