Por: Ingrid Riederer
Conoce y ha estado vinculado al mundo Ignaciano desde joven, ya que estudió en el Colegio San Mateo de Osorno, y tiene una larga trayectoria en el trabajo educativo de la Compañía de Jesús en diversas instituciones como la Red Educacional Ignaciana, la Fundación Súmate, además del Área de Educación de la Congregación.
Danilo Frías es hoy el segundo rector laico del Colegio San Ignacio Alonso de Ovalle, sucediendo en el cargo a Marcelo Mackenney.
Después de 12 años como jesuita, estudió Pedagogía en Filosofía, cuenta con un Magíster en Gestión y Desarrollo Educacional, y siempre ha trabajado en este ámbito, “menos vinculado a la sala de clases, pero más en la línea directiva, gestionando redes y en dirección de colegios”.
¿Cómo recibió este nombramiento?
Gran parte de mi carrera profesional la he dedicado a la educación, específicamente en el liderazgo de redes, y me ha tocado acompañar a muchos directivos en sus procesos de mejoras y siempre tuve en perspectiva que me gustaría estar dentro de un colegio aplicando todo lo que he estudiado y aprendido. Estoy muy contento de poder liderar este establecimiento, al cual he estado vinculado en dos oportunidades, una vez trabajando apostólicamente, y otra realizando mi práctica profesional. Me proyecto con mucho entusiasmo, con una gran cantidad de desafíos, pero sobre todo con una alegría inmensa de poder trabajar en esta comunidad educativa.
De acuerdo a su experiencia en los colegios jesuitas, ¿existen diferencias en el modo de llevar adelante un proyecto educativo entre un laico y un sacerdote?
Además de la vinculación propia que los jesuitas tienen con la identidad de la Compañía, se les atribuyen ciertas características, independientemente de si han estudiado o no educación, ya que pertenecen a una determinada línea formativa. En el caso de los laicos tienen que, de alguna manera, demostrar que tienen las competencias para hacerlo. En su mayoría, los laicos que son rectores de colegios jesuitas han tenido alguna formación ignaciana, entonces han tenido bastante sintonía.
La gran diferencia hasta ahora ha estado en la formación. Las personas que están asumiendo la dirección de los colegios nos hemos dedicado a la educación, nos hemos formado, hemos estudiado, profundizado y especializado, y en el mundo de la educación hoy, es una necesidad. Antiguamente con buen criterio se podría liderar una institución, hoy día no basta el buen criterio, porque la educación está cada vez más especializada y exigente de acuerdo a estándares nacionales e internacionales.
¿Cómo han sido recibidos los rectores laicos por parte de las comunidades educativas?
Lo he visto con bastante tranquilidad, esperanza y una muy buena acogida. Hay alguna añoranza del tiempo de los jesuitas porque su vida está en función de su trabajo, entonces son una figura permanente. Además, el rol sacerdotal, de acompañamiento, se mezclaba con el rol de liderazgo, entonces eso es algo que algunas familias resienten, pero por otro lado se valora el tema de la especialidad en educación, que existan laicos en los colegios, que sean profesionales y que estén muy comprometidos con la identidad institucional.
Respecto de su gestión, ¿cuáles son las líneas de trabajo que quiere implementar?
Un elemento fundamental es la mejora de los aprendizajes en los estudiantes. Y cuando hablo de aprendizaje es en el sentido amplio, además de las pruebas estandarizadas, que son muy relevantes, es fundamental la formación humana y la incidencia que los estudiantes puedan tener en la sociedad, para que esta pueda ser transformada desde una mirada cristiana, y particularmente desde la perspectiva ignaciana.
Lo otro que veo como una necesidad, es fortalecer la identidad. Nuestro aporte es dar un sello desde nuestra espiritualidad, y que no se diluya en medio de esta sociedad plana en la que vivimos, siempre dialogando con otras realidades, sin un afán proselitista de que todos sean como nosotros, pero sí proponiendo la Buena Nueva en la que creemos, al estilo que San Ignacio nos convoca.
Y un tercer tema es la renovación de nuestra práctica educativa, porque nuestra educación en Chile pide a gritos una transformación profunda. Ahí hay un desafío enorme para nuestro colegio para que muestre, desde su memoria histórica, una cara renovada.
¿Cómo aborda el colegio el tema de las redes sociales y su uso por parte de los alumnos?
La tecnología es un medio que tenemos que aprender a usar de la mejor manera. El diálogo con los estudiantes es fundamental para ponernos de acuerdo en cuanto a utilizarlo bien en función de lo que queremos lograr, y que no se transformen en un medio para agredir, sino que nos ayude en la mejor convivencia, y al mayor crecimiento de las personas.
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