Recemos para que en virtud del bautismo los fieles laicos, y las mujeres en una manera especial, participen más en instancias de responsabilidad en la Iglesia, sin caer en los clericalismos que anulan el carisma laical. Es el deseo del Papa en este mes de octubre, en el que llama, con la oración, a promover una mayor integración de los fieles laicos, en especial las mujeres, en instancias de responsabilidad en la vida de la Iglesia.
Tal como difunde la Red Mundial de Oración del Papa – que incluye el Movimiento Eucarístico Juvenil -, el video con la intención de oración de Francisco de este mes misionero destaca “el papel de los laicos y laicas, a quienes considera verdaderos protagonistas para el anuncio del Evangelio”.
Ampliar los espacios de presencia relevante femenina en la Iglesia resulta fundamental para el Santo Padre, ya que ellas, “suelen ser dejadas de lado”.
Francisco – afirma la nota que difunde el vídeo – ha tenido muchos gestos que impulsan esta voluntad de darle a la Iglesia un mayor peso femenino. Sin ir más lejos, en el 2016 elevó el día de María Magdalena al rango de fiesta litúrgica, quien hoy es definida en el nuevo prefacio de la Misa como “la apóstol de los apóstoles”. Tomó esta decisión para evidenciar la importancia de esta mujer, la primera que vio el rostro del Resucitado entre los muertos, la primera a quien Jesús llama por su nombre, la primera en recibir de Jesucristo mismo la misión de anunciar su Resurrección. Es así que Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha nombrado cada vez más mujeres en las instancias de responsabilidad de la Iglesia.
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, observa que “desde 2013 mucho se ha hecho, pero más se tiene que hacer” y recuerda una frase del Papa Francisco en La Alegría del Evangelio: “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente” (EG 104).
El P. Fornos recuerda, además, que “en virtud del bautismo todos son llamados a anunciar y a servir con fidelidad al Evangelio de Jesucristo, a ser discípulos misioneros del Señor, sin embargo, entre los fieles laicos, las mujeres han sido consciente e inconscientemente rebajadas a un nivel inferior”. Es algo ya hecho presente por el Santo Padre en Querida Amazonia: muchas mujeres, impulsadas por el Espíritu Santo, mantienen la Iglesia en pie, en muchas partes del mundo, con admirable entrega y ardiente fe. Por ese motivo “es esencial que participen cada vez más en sus instancias de decisión”, lo que pide “un cambio profundo de mentalidad”, conversión y oración.
El sentido del bautismo y de la misión de la Iglesia La Dra. Linda Ghisoni, Subsecretaria para los Fieles Laicos, reflexiona: “En el video de octubre de 2020 dedicado a la misión de los laicos en la Iglesia, el Santo Padre comienza hablando del bautismo. Esto es muy importante porque nos permite comprender que el deseo de tener una mayor participación de los laicos —y en particular de las mujeres— en instancias de responsabilidad en la Iglesia no se debe interpretar como si se tratara de una operación sociológica o de querer garantizar mayores cupos para un reparto de poder entre mujeres y hombres, entre laicos y clérigos. Por lo tanto, no se trata de una demanda de espacio para obtener puestos de trabajo. Si, en efecto, tomamos conciencia del sentido de nuestro bautismo, comprendemos cuál es nuestro lugar en la Iglesia, que, para ser tal, no puede renunciar a los aportes específicos de los laicos, de las mujeres, que por vocación son parte constitutiva de ella”.
Ampliar los espacios de presencia relevante femenina en la Iglesia resulta fundamental para el Santo Padre, ya que ellas, “suelen ser dejadas de lado”.
Francisco – afirma la nota que difunde el vídeo – ha tenido muchos gestos que impulsan esta voluntad de darle a la Iglesia un mayor peso femenino. Sin ir más lejos, en el 2016 elevó el día de María Magdalena al rango de fiesta litúrgica, quien hoy es definida en el nuevo prefacio de la Misa como “la apóstol de los apóstoles”. Tomó esta decisión para evidenciar la importancia de esta mujer, la primera que vio el rostro del Resucitado entre los muertos, la primera a quien Jesús llama por su nombre, la primera en recibir de Jesucristo mismo la misión de anunciar su Resurrección. Es así que Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha nombrado cada vez más mujeres en las instancias de responsabilidad de la Iglesia.
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, observa que “desde 2013 mucho se ha hecho, pero más se tiene que hacer” y recuerda una frase del Papa Francisco en La Alegría del Evangelio: “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente” (EG 104).
El P. Fornos recuerda, además, que “en virtud del bautismo todos son llamados a anunciar y a servir con fidelidad al Evangelio de Jesucristo, a ser discípulos misioneros del Señor, sin embargo, entre los fieles laicos, las mujeres han sido consciente e inconscientemente rebajadas a un nivel inferior”. Es algo ya hecho presente por el Santo Padre en Querida Amazonia: muchas mujeres, impulsadas por el Espíritu Santo, mantienen la Iglesia en pie, en muchas partes del mundo, con admirable entrega y ardiente fe. Por ese motivo “es esencial que participen cada vez más en sus instancias de decisión”, lo que pide “un cambio profundo de mentalidad”, conversión y oración.
El sentido del bautismo y de la misión de la Iglesia La Dra. Linda Ghisoni, Subsecretaria para los Fieles Laicos, reflexiona: “En el video de octubre de 2020 dedicado a la misión de los laicos en la Iglesia, el Santo Padre comienza hablando del bautismo. Esto es muy importante porque nos permite comprender que el deseo de tener una mayor participación de los laicos —y en particular de las mujeres— en instancias de responsabilidad en la Iglesia no se debe interpretar como si se tratara de una operación sociológica o de querer garantizar mayores cupos para un reparto de poder entre mujeres y hombres, entre laicos y clérigos. Por lo tanto, no se trata de una demanda de espacio para obtener puestos de trabajo. Si, en efecto, tomamos conciencia del sentido de nuestro bautismo, comprendemos cuál es nuestro lugar en la Iglesia, que, para ser tal, no puede renunciar a los aportes específicos de los laicos, de las mujeres, que por vocación son parte constitutiva de ella”.