Los PP. Jaime Castellón SJ, Cristián Sotomayor SJ y Miguel Ángel García SJ (AOR), celebraron sus 50 años de Compañía con una Eucaristía, el sábado 10 de agosto en el Templo San Ignacio, en la que se dio gracias por su vocación, servicio y perseverancia. En el marco de esta celebración conversamos con Jaime Castellón SJ sobre su vocación y misión.
Hace 50 años Jaime Castellón SJ entró a la Compañía de Jesús para vivir su fe desde la vida religiosa. Hoy damos gracias por su camino, y encomendamos a Dios los frutos de su misión. “Me he sentido privilegiado por haber sido escogido para esas misiones. Algunas veces no me sentí apropiado para el trabajo que me encomendaban, pero siempre los emprendí con disponibilidad”, confiesa.
Estos 50 años desde su ingreso a la Compañía de Jesús los cumple con “con alegría y gratitud por haber sido elegido por el Señor para seguirlo y servirlo. Ha sido un regalo inmerecido y generoso por parte del Señor. Estoy agradecido de muchas personas, jesuitas y laicas, de Chile y de otros países, que con su amistad y cariño me han ayudado a vivir mi vocación; han sido mis compañeros en el camino de seguimiento al Señor”.
Las raíces de su vocación están en su familia y en el Colegio San Ignacio Alonso Ovalle, donde realizó todos sus estudios. “Se manifestó en mi último año escolar, cuando me hice integrante de una Comunidad de Vida Cristiana (CVX). Entonces empecé a sentir el deseo de seguir a Jesús y servir a la gente. Al egresar del colegio participé en una gira vocacional y durante la experiencia de los Ejercicios Espirituales decidí ser jesuita. Ingresé el 3 de abril de 1974, pocos meses antes de cumplir 18 años. Con el paso del tiempo me fui sintiendo cada vez más a gusto y seguro de mi vocación”.
¿Por qué entró a la Compañía de Jesús?
Yo entré al Colegio San Ignacio cuando tenía 6 años de edad y egresé con 17. La educación que recibí y el ejemplo de muchos jesuitas que conocí durante esos años fueron muy importantes para mí. Cuando pensé en ser sacerdote me resultó natural pensar en hacerlo como jesuita.
¿Qué es lo que más destaca de su servicio en la Compañía?
En estos años me han encomendado servicios muy variados. Me he sentido privilegiado por haber sido escogido para esas misiones. Algunas veces no me sentí apropiado para el trabajo que me encomendaban, pero siempre los emprendí con disponibilidad. He trabajado en colegios, en parroquias, en movimientos apostólicos; en Chile y en otros países. Particularmente inesperada y enriquecedora para mí fue la misión de colaborar en la canonización de San Alberto Hurtado. Él ha sido para mí el mejor ejemplo de jesuita y de verdadero ignaciano de nuestros tiempos: totalmente entregado a Dios y a la gente, alegre y luchador, supo discernir la voluntad de Dios y hacer lo que Jesús habría hecho si hubiera estado en su lugar. Fue una riqueza inmensa para mí conocerlo más profundamente a través de los trabajos y los estudios que tuve que hacer.
¿Cuál es su sentimiento hacia la Compañía de Jesús?
Tengo mucho cariño a la Compañía. Hoy yo no me siento alguien que esté en la Compañía, sino que siento que soy jesuita. Deseo profundamente que ella pueda cumplir de manera fiel la misión que el Señor le encomienda en este tiempo. Y que muchos jóvenes generosos e idealistas sigan en el futuro este camino que Dios suscitó, Ignacio señaló y muchos, como el P. Alberto Hurtado, han recorrido en tiempos recientes; es un camino de entrega y sacrificio, pero inmensamente gratificante si está verdaderamente animado por el amor a Dios y a todos los demás, especialmente a los más necesitados.