Décima sexta semana del tiempo durante el año

La Iglesia no es el Reino de los Cielos, sino el pueblo de los que esperan llegar a ese Reino. Un pueblo santo, al mismo tiempo que necesitado constantemente de conversión. Un pueblo que anuncia la alegría del Evangelio, en medio de dolores desde fuera y desde dentro. Porque a la Iglesia se le ha encargado la semilla del Reino, semilla que debe morir para dar fruto, a la Iglesia se le ha encargado la levadura del Reino, para que haga fermentar la masa humana y le dé vida… Pero en la Iglesia no hay sólo buena semilla, sino también semillas de cizaña, de malezas que intentan ahogar la Palabra. Y en ella, en la Iglesia, muchas veces queremos extirpar la cizaña antes de tiempo, sin darnos cuenta de que está en nosotros mismos, junto con la buena semilla. No soñemos, entonces, con una Iglesia triunfadora, próspera, avasalladora, una Iglesia que imponga la Verdad. Contemplemos, más bien, al Reino que dentro de la Iglesia va naciendo silenciosamente, desde la pequeñez, entre contradicciones y rechazos. Y tengamos paciencia, mientras, bajo la acción del Espíritu, pedimos la gracia de orar por lo que realmente nos conviene. No nos apresuremos a denunciar y arrancar lo que nos parezca dañino, porque podemos también arrancar lo bueno que el Señor ha puesto en nosotros. No sólo no sabemos pedir lo que nos conviene. Tampoco tenemos una visión clara de lo que nos conviene y lo que nos daña. Tengamos paciencia, entonces, y respeto por quienes nos muestran caminos distintos. Muchas veces nos ayudarán a enmendar nuestro rumbo.
Durante la semana, en los días llamados ‘de feria’ (es decir, del tiempo ordinario) contemplamos la acción liberadora de Dios respecto de su pueblo sometido a la esclavitud de Egipto, que culmina con la celebración de la Alianza en el Horeb, cuando el pueblo promete poner en práctica y obedecer todo lo que Dios ha dicho. Mientras tanto, en el mismo evangelio de san Mateo tendremos ocasión de contemplar y escuchar de nuevo a Jesús en su predicación en Galilea. De hecho, el sábado podremos escuchar de nuevo la parábola del trigo y la cizaña que oímos el domingo.
La fiesta más importante del santoral en esta semana será, el martes 25,  la del apóstol Santiago (en la arquidiócesis tiene el rango de solemnidad, mientras que en las otras diócesis es fiesta), el primero de los apóstoles que padeció el martirio (cf. Hch 12,2). También son importantes las memorias de santos Ana y Joaquín, padres de la Virgen María, el miércoles 26, y de santa Marta, hermana de Lázaro y María, el sábado 29. Con ellos, el lunes 24 recordamos a san Charbel Makhluf (1828-1898), sacerdote libanés de la Orden Maronita, que vivió como ermitaño desde 1875. También es religiosa santa Brígida (1302?-1373), madre de ocho hijos, viuda, de la nobleza de Suecia, mística y fundadora de una orden religiosa, cuya memoria resulta impedida por el domingo 23. Por diversos caminos, el Señor nos muestra su voluntad de santificarnos.

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