Los grandes deseos de la Compañía experimentados en la Congregación General

Más allá de lo que finalmente digan los decretos aprobados y las discusiones que no llegaron a convertirse en un decreto, si me preguntan por los grandes deseos expresados por esta Congregación General yo les digo lo siguiente: La Compañía tiene un tremendo deseo de desplegarse apostólicamente desde esta nueva identidad que representa su diversidad interior, diversidad de lenguas, culturas y colores; desplegarse una y diversa a la vez, culturalmente más compleja y más rica que antes. Desplegarse en miles de idiomas al servicio de centenares de pueblos. Desplegarse apasionada por el evangelio, por la justicia, por la reconciliación y por la paz. Desplegarse en redes, sabiéndonos interconectados, generando fuerza de bien trabajando unidos y en colaboración con tantos y tantas.
La Compañía tiene un deseo enorme de seguir reconociendo el rostro de Cristo en los excluidos y violentados, jugándonos la vida y el pellejo junto a ellos y por ellos, que son Cristo. Nos desafía el deseo enorme de escuchar y atender el grito doloroso de nuestra tierra -nuestra casa- desgarrada. Nos habita del deseo de vivir como anunciadores alegres de una esperanza crítica, no bobos; el deseo de caminar en fidelidad en la Iglesia peregrina que nuestro hermano Francisco lidera con luminosa energía.

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