Más allá de lo que finalmente digan los decretos aprobados y las discusiones que no llegaron a convertirse en un decreto, si me preguntan por los grandes deseos expresados por esta Congregación General yo les digo lo siguiente: La Compañía tiene un tremendo deseo de desplegarse apostólicamente desde esta nueva identidad que representa su diversidad interior, diversidad de lenguas, culturas y colores; desplegarse una y diversa a la vez, culturalmente más compleja y más rica que antes. Desplegarse en miles de idiomas al servicio de centenares de pueblos. Desplegarse apasionada por el evangelio, por la justicia, por la reconciliación y por la paz. Desplegarse en redes, sabiéndonos interconectados, generando fuerza de bien trabajando unidos y en colaboración con tantos y tantas.
La Compañía tiene un deseo enorme de seguir reconociendo el rostro de Cristo en los excluidos y violentados, jugándonos la vida y el pellejo junto a ellos y por ellos, que son Cristo. Nos desafía el deseo enorme de escuchar y atender el grito doloroso de nuestra tierra -nuestra casa- desgarrada. Nos habita del deseo de vivir como anunciadores alegres de una esperanza crítica, no bobos; el deseo de caminar en fidelidad en la Iglesia peregrina que nuestro hermano Francisco lidera con luminosa energía.

40 años de camino del Centro de Espiritualidad Ignaciana
El 2024 el CEI celebró cuatro décadas siendo un espacio de reflexión, de crecimiento espiritual y de profundización con Dios para las personas que se acercan buscando aprender a reconocer y experimentar Su amor en todos y en todas las cosas, como nos cuentan su directora Selia Paludo y el capellán Alejandro Longueira sj.