Misa de San Ignacio: Provincial de los Jesuitas llama a preguntarnos ¿qué haría Cristo en mi lugar?

Con una Eucaristía en el Templo de San Ignacio, la comunidad jesuita de Santiago celebró a San Ignacio de Loyola, Santo Patrono de la Compañía de Jesús.

La misa fue presidida por el Provincial de la Compañía, P. Cristián del Campo sj, quien antes de iniciar la ceremonia pidió a los laicos y laicas presentes subir al presbiterio y mezclarse con los sacerdotes y, a su vez, les solicitó a los “hermanos jesuitas” que bajaran y desde las bancas participaran de la misa. “No sean tímidos, necesitamos una iglesia de gente que se atreve, para que estemos todos juntos, compartamos, y sea un signo de esta comunidad que queremos construir entre todos, porque como bautizados tenemos una responsabilidad con nuestra Iglesia”, señaló.

En la homilía, Cristián del Campo recordó que el día de San Ignacio antecede el inicio del mes de la Solidaridad y contó que este año el lema se construyó pensando en lo que el Papa Francisco dijo a los jóvenes en Maipú cuando los interpeló a siempre pensar “¿qué haría Cristo en mi lugar?: en el colegio, en la universidad, en el trabajo, con la familia, con los amigos, y repetir esta pregunta una y otra vez”, puntualizó.
Y reflexionó sobre este lema comentando el Evangelio del día que nos relata cómo Jesús no desatendió a la multitud que lo seguía y les dio de comer con los cinco panes y dos pescados que tenía un niño.
Comentó:
-¿Qué hizo Cristo en ese lugar? No se hizo el leso, no se lavó las manos. Ese niño que está en esta lectura es un símbolo, y significa que todos nosotros somos invitados a poner lo que tengamos, poco, más o menos, o mucho, para dar solución a esta necesidad. Así, si muchos ponen individualmente cinco panes, se produce el milagro, explicó.
Sin embargo, el P. Cristián del Campo llamó a hacernos especialmente la pregunta, ¿qué haría Cristo en mi lugar?, respecto de la crisis que vivimos como Iglesia. “Como bautizados estamos obligados a hacernos esta pregunta ante esta realidad que nos duele y desilusiona. Y esa respuesta se encuentra en la oración, practicando la solidaridad, en comunidad, conversando y discutiendo”, precisó.
Recordó que Cristo no desatendería esta realidad, no se quedaría en la queja ni en los obstáculos, y tampoco esperaría que las soluciones vengan desde arriba. Agregó que “ahora más que nunca tenemos que juntos responder esta pregunta si queremos una Iglesia distinta, una Compañía distinta, y una familia ignaciana distinta”.
Finalmente, pidió que cada uno ponga sus cinco panes y dos pescados, al servicio del Señor para que los transforme y pueda ponerlos al servicio de las personas, “porque hay mucha gente que sigue necesitando de Dios y de una Iglesia con un nuevo rostro, que siga anunciando la buena noticia”.
Al término de la Eucaristía, todos fueron invitados a compartir un trozo de torta con un café.
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