La Solemnidad de Pentecostés cierra el gran domingo del tiempo pascual. Se corresponde con la fiesta judía de las Semanas (siete semanas después de Pascua) en la que se celebra la entrega de la Ley, es decir, el pacto que Dios otorga a su pueblo en el Sinaí. El Nuevo Testamento celebra el momento en que Dios escribe la ley en los corazones de los fieles, cumpliendo la promesa de Jeremías 31, 31-34. La liturgia de la Iglesia nos invita a una vigilia en la que se proponen como posibles lecturas: Gen 11,1-9; Ex 19, 3-8a, 16-20b; Ez 37, 1-14 o Joel 3,1-5. Salmo 104(103); Rom 8,22-27 y Jn 7,37-39. Una abundante mesa para abrirnos al agua viva del Espíritu y acogerlo, saboreando el relato de su efusión sobre los discípulos, en el cenáculo, tanto en el día mismo de Pascua (cuando Jesús lo exhala sobre ellos) como en el de Pentecostés, según el relato del libro de los Hechos. Tanto el comentario de 1 Cor 12, como la Secuencia de ese día nos abren a que nos dejemos transformar internamente, para que hablemos el lenguaje del amor, el único que permitirá que todos nos entendamos.
Desde el lunes, volvemos al hilo del Tiempo durante el año, retomando la lectura semicontinua del evangelio de san Marcos, que terminaremos esta semana, acompañado por el libro de Tobías, un escrito deuterocanónico que señala la importancia de la familia y del matrimonio, promueve la realización de buenas obras y, sobre todo, invita a confiar en la providencia de Dios que nos cuida siempre.
En el santoral de la semana, el lunes se celebra a san Bonifacio, obispo y mártir, evangelizador y organizador de la Iglesia en Alemania (672-754), martirizado en territorios de la actual Holanda. El martes se puede recordar a san Norberto (1080?-1134), obispo, fundador de los premonstratenses. El jueves después de Pentecostés, la Iglesia nos llama a orar por la santificación de los presbíteros, en la fiesta de Jesucristo Sumo y eterno Sacerdote. Esa fiesta impide la celebración de san Jacques Berthieu (+1896) misionero mártir en Madagascar, del santoral jesuita. El viernes 9, mientras el calendario universal celebra al diácono san Efrén (306-373) -doctor de la Iglesia, de origen sirio-, el calendario de la Compañía de Jesús recuerda a san José de Anchieta, nacido en las Islas Canarias, apóstol del Brasil (1534-1597), canonizado en el año 2014. Esta variada ‘nube de testigos’ nos muestra que el Espíritu sigue regando la aridez de nuestro mundo con la abundancia de sus dones y carismas.
Al mismo tiempo, las iglesias cristianas de nuestro país, celebramos, entre el 4 y el 11, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, la que, en palabras del Papa Francisco es una exigencia esencial de nuestra fe. En este año en que conmemoramos los 500 años de la Reforma, estamos llamados a dejarnos reconciliar con Dios y con nuestros hermanos y hermanas. El material de oración para estos días, basado en 2 Corintios 5, 14-21, se puede encontrar aquí, y también en este enlace.
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