La Mesa de la Palabra en esta semana parece enmarcada por estas dos frases de Pedro a Jesús:
· “Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”.
· “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.
El domingo escuchamos la primera, que en realidad es posterior en el evangelio de Juan: es la confesión del nuevo Pedro. El que – tras la negación – se sabe débil, pecador y perdonado. La otra, que escucharemos al fin de la semana, expresa también su amor al Maestro, pero podría encubrir –de hecho, lo hace— cierta autoconciencia de superioridad respecto de los que no han llegado tan cerca en el conocimiento del Maestro. Las dos frases nos ayudan a recordar en esta semana el itinerario de aquél a quien Jesús llamó la “piedra” basal de su Iglesia: Desde la generosidad autosuficiente, a la humilde entrega confiada en manos del Señor. Para ser capaz de confirmar a los hermanos, Pedro debió pasar por la comprobación de su insuficiencia y del amor gratuito de Jesús, que perdona sin reprochar. Algo que nos hace falta.
Porque, en nuestras circunstancias actuales, nos hace bien reconocer que también a nosotros el Señor nos mira, nos perdona y nos orienta para que nuestra pesca resulte, finalmente exitosa. También a nosotros él nos pregunta si lo amamos. Para responder, en todo caso, será bueno recordar lo que dice san Ignacio: “El amor se ha de poner en las obras, más que en las palabras”. Las primeras lecturas de este domingo nos ayudarán, de todas maneras, a recordar que no debemos dejarnos reprimirpor rechazos e incomprensiones, ni deprimir por nuestras propias culpas y pecados, porque el Cordero que fue inmolado ha alcanzado todo honor y gloria, y Él mismo nos acoge en su Mesa, de la que no somos dignos, para alimentarnos con su propia carne y sangre.
En la semana, el libro de los Hechos nos mostrará las primeras crisis y desafíos de la comunidad de Jerusalén. El recién constituido grupo de los helenistas se ve perseguido y expulsado de Jerusalén. De esa manera paradojal, el Espíritu hace que el Evangelio sea llevado a los paganos, y que el perseguidor Saulo sea reclutado como apóstol de los gentiles. Con ese trasfondo, escuchamos, el “Discurso del Pan de Vida”, que en el evangelio de san Juan constituye el momento decisivo para aceptar o rechazar a Jesús.
En el santoral, podemos destacar la figura –poco conocida entre nosotros – de san Juan de Ávila (1500-1569), patrono del clero español, a quien san Ignacio de Loyola invitaba a Roma, para que fuera su consejero espiritual; Benedicto XIV lo declaró doctor de la Iglesia en el año 2012. Se lo recuerda el viernes 10.