En la Compañía de Jesús en Chile hemos querido vivir este año enfatizando cuatro momentos claves en la vida de San Ignacio: la Herida, la Conversión, la Santidad y la Misión.
La Misión
Ignacio y el grupo de los primeros compañeros jesuitas que se conocieron en la universidad de París estaban determinados a servir a Dios e ir a Jerusalén para gastar su vida en provecho de los demás. Como no pueden embarcarse por la guerra declarada con los turcos, en 1538 deciden partir a Roma y presentarse al Vicario de Cristo, el Papa, para que los emplease donde considerase que fuese mayor gloria de Dios y provecho de las almas.
La mirada atenta y abierta al mundo
Sienten que cuanto mayor es la apertura a Dios, mayor es la capacidad de llegar y amar a los demás. Cuanto más cercanos están a la fuente de la Vida y del amor que es Dios… hay más amistad entre ellos y más preocupación por el bien de los demás.
Luego, determinan permanecer unidos en la dispersión, pues experimentan que han recibido un carisma que es don de Dios. Para ello eligen a uno entre ellos como Superior: es Ignacio quien debía mantenerlos comunicados y articulados en la misión.
Así nace la Compañía de Jesús. Un grupo de hombres enviados como sacerdotes, instruidos y pobres para colaborar con la amplia y vasta misión de Jesucristo por todo el mundo. Como compañeros , comparten el pan que es Cristo que los transforma en pan para dar vida a otros al modo de la Compañía. Predicando enseñando en colegios y universidades, confesando, dando ejercicios espirituales, atendiendo a los empobrecidos, a los enfermos, a los encarcelados, reconciliando a los que llevan años enfrentados, etc. etc. Es su modo de responder y de corresponder a Quien está entregándose continua y permanentemente en nosotros, dándonos el ser para que nosotros seamos capaces de ofrecer nuestro se
Su legado más actual que nunca
Ignacio muere el 31 de Julio de 1556 y parte a su destino final en Dios. Ya son alrededor de mil sus compañeros jesuitas. Están repartidos por los cuatro continentes. Ya se han fundado colegios, universidades, Iglesias, instituciones para catecúmenos, mujeres abandonadas, huérfanos y casas de acogida para víctimas de la peste y el hambre.
Hoy día, somos miles de hombres y mujeres que hemos compartido la experiencia del Espíritu de Dios de Ignacio y que nos sentimos continuadores de la misión que se nos ha confiado, viviendo para los demás.
¿Qué es lo que el Señor está haciendo a través de nosotros, de forma personal y colectiva?
Estamos en un tiempo de crisis tan desafiante como el tiempo de Ignacio y la primitiva Compañía de Jesús, donde se estaban expandiendo las fronteras geográficas, existenciales y sociales.
Reflexionamos
La mística de Ignacio no nos invita sólo a hacer la voluntad de Dios sino a ser la voluntad de Dios… en el mundo y para el mundo, a partir de nuestra ofrenda y entrega.
Al considerar nuestro compromiso con las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) y el nuevo Plan Apostólico de la Provincia (PAP), ¿qué nuevos impulsos y fuerzas espirituales recibo para servir la misión? ¿Qué medios concretos podemos poner para dar más fruto con más alegría y paz? ¿Qué debemos dejar de hacer? ¿En qué debemos permanecer? ¿Qué nuevo debemos emprender?
Nos ofrecemos juntos: “Tomad Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, entendimiento y toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer. Vos me los disteis a vos Señor lo torno. Todo es vuestro. Disponed conforme a vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que esto me basta. Amén…”