Los Ejercicios para Jóvenes* son una iniciativa de la Provincia chilena de la Compañía que ya tiene casi diez años, y cuyo iniciador fue el padre Pedro Labrín. Estos Ejercicios han ido cobrando fuerza de a poco.
Actualmente, quien se ocupa de ellos es la Red Juvenil Ignaciana, a través del P. Francisco Jiménez. Él nos cuenta que desde que los tomó, en 2011, “ya tenían un cierto ritmo”. Y con los años, “lo que hemos hecho es sistematizar la experiencia y aumentar las tandas… Hemos tenido éxito, porque la gente ha respondido y las tandas, por lo general, se llenan”.
— ¿Cómo se diferencian los Ejercicios para jóvenes de los regulares?
Estos Ejercicios son para jóvenes no porque haya una modalidad específica;
son los mismos Ejercicios Espirituales, pero se segmentan de dos formas: una es que la vivencia juvenil se introduce en los puntos; es un retiro ignaciano, personalizado, pero buscamos que la temática juvenil, las grandes opciones de vida, estén presentes en el retiro, es decir, que las problemáticas que tienen los jóvenes hoy quepan en la oración. Pero el método, es el itinerario de Ignacio. La segunda manera de segmentar, tiene que ver con que los Ejercicios son caros, entonces, lo que hacemos es pedir un aporte moderado a los jóvenes, especialmente a los que no trabajan, y el resto lo cubrimos con donaciones. Una parte importante la pone la Compañía; la otra, las religiosas del Sagrado Corazón y las Esclavas del Sagrado Corazón, lo que se suma a lo que recibimos de otros donantes.
— ¿La oferta es amplia, se realizan durante todo el año y en todo el país?
Sí. Este año, programamos 31 tandas. Hacemos trece en Santiago, y el resto en regiones. El rango de edad de los asistentes es entre 18 y 29 años. Es decir, son para jóvenes que ya han salido del colegio.
ESPACIOS DE RELACIÓN PROFUNDA
— Los Ejercicios son una oportunidad para ordenar la vida, ¿están tomando los jóvenes esta oportunidad?
Los Ejercicios Espirituales enganchan muy bien con la cultura actual. Hay que pensar que vivimos en la modernidad. Ignacio creó los Ejercicios, vivió la experiencia de estos con una mentalidad similar a la nuestra. La estructura, el corazón de los Ejercicios, empata muy bien con las inquietudes del hombre y la mujer actuales. Por lo tanto, uno nota cómo los jóvenes enganchan profundamente con los temas que plantea Ignacio, y con el método. En un mundo tan ruidoso, tan acelerado, donde la tecnología ocupa gran parte de nuestro tiempo, los Ejercicios hacen que dejes el celular, dejes la tecnología y que tengas silencio, te encuentres contigo mismo. Eso resulta súper atractivo. Los jóvenes, y las personas en general, anhelan espacios así, de intimidad, de silencio, de reflexión, y sobre todo, espacios de relación profunda. Y los Ejercicios son un espacio de relación profunda con Dios. Lo que buscan es que la persona se encuentre con Él, y para eso creamos un cierto ambiente, para que hables con Dios y lo escuches. Ignacio nos ayuda con criterios para descifrar cómo habla Dios.
Y son atractivos por otra cosa también, porque actualmente se habla de que la experiencia religiosa está subjetivizada, lo que significa que no le voy a dar validez a una creencia si no la experimento. Antes la gente no necesariamente sentía o experimentaba, pero creía igual; porque sus padres creían, porque su cultura creía, y no era necesario experimentarlo. Hoy no se puede creer en nada que yo no experimente, y los Ejercicios son una forma de experiencia de Dios, de sentirlo, de vivirlo, de habitarlo. Por eso son tan exitosos.
—…Entonces se produce ese enganche, pero, después de eso, ¿qué le dejan a un joven los Ejercicios?
Tenemos una tasa bien alta de “reincidencia”; más o menos el 50%. Hay jóvenes que hacen Ejercicios todos los años, los toman como un hábito. Porque el joven descubre un modo de relación consigo mismo y con Dios. Pero además se da cuenta de que los Ejercicios lo ordenan y lo centran. Estamos llenos de estímulos, de cosas atractivas, pasamos todo el día eligiendo, y muchas veces no sabemos cómo elegir, o no sabemos si la vida que estamos llevando es la que queremos llevar, y los Ejercicios te detienen y te ayudan a tomar decisiones. Te enfocan en lo que es verdaderamente esencial e importante. Además, he notado que después de los Ejercicios, ellos toman decisiones más acordes a una vida profunda y ligada a los valores del cristianismo. Por ejemplo, varios deciden tomar apostolado; otros buscan acercarse a los pobres, o hacer voluntariado; y algunos deciden tener más vida comunitaria. Esto porque se gatillan cosas, preguntas y necesidades que no te habías dado cuenta que tenías. O también se genera interés por ciertos estilos de vida que las personas intuían como valiosos, pero que con los Ejercicios se instalan como una certeza, por ejemplo, vivir más sencillamente. Y, por último, hay algo que me gusta mucho de los Ejercicios, y es que son muy abiertos eclesialmente, o sea, tenemos jóvenes que vienen de muchas realidades socioeconómicas —porque contamos con becas—, de distintas espiritualidades, del mundo diocesano, del mundo
schoenstattiano, del opus… Es un espacio no militante. Compartimos la espiritualidad ignaciana, pero es una herramienta para todo tipo de espiritualidad.
CAMINO AL SÍNODO
— Pensando en el Sínodo, ¿se está haciendo algo especial?
Hemos tomado dos decisiones en relación con los Ejercicios y el Sínodo: la primera, empezar a formar más acompañantes, ya que una de las limitaciones que tenemos es la cantidad de acompañantes con la que contamos. Estos Ejercicios son personalizados, por lo tanto hay que tener gente preparada, capaz de acompañar a cada joven. Por ello estamos realizando cursos de formación. Lo segundo, es promover los Ejercicios para secundarios. La idea es aumentar la oferta, porque si las nuevas generaciones conocen los Ejercicios en el colegio, seguramente van a estar más motivadas para hacerlos en la universidad y seguir haciéndolos toda la vida.
— ¿Cuál es la invitación concreta que se realiza a los jóvenes para que vivan los Ejercicios?
Tenemos un eslogan, que es una frase de Ignacio de los Ejercicios: “Pensar hacia dónde voy, y a qué…”. Es un eslogan muy bueno. De hecho, hay gente que llega solo por él. Eso pasa, justamente, porque los Ejercicios ayudan a que te des cuenta hacia dónde quieres ir. Tienen un profundo sentido vocacional.
— ¿Y los jóvenes llegan más o menos claros de lo que quieren, o más bien perdidos?
No tener claro hacia dónde voy, no siempre significa estar perdido. Hay gente que llega más perdida que otra, pero en general todos estamos, en esta época de cambios, buscando nuestro destino, buscando una vocación. Por lo tanto, todos llegan con preguntas vocacionales.
— ¿Hay algún desafío pendiente, algo que se esté pensando a futuro?
Algo que ya había mencionado: la formación de acompañantes. Es un desafío formar más laicos. Otro es ampliar nuestra plataforma de Ejercicios a secundarios. Y un tercer desafío es ofrecer este servicio a las parroquias diocesanas. Ya lo hacemos con algunas iniciativas, pero queremos aumentarlo. Es importante la colaboración para ello. Estamos en contacto con la Vicaría de la Educación Superior y con la Vicaría de Esperanza Joven, para trabajar con ellas… A veces en la Iglesia trabajamos separados, y pienso que lo ideal es potenciarnos mutuamente. Los Ejercicios son una riqueza de la Compañía, de la espiritualidad ignaciana, pero que debemos compartir abiertamente a toda la Iglesia, sin competir, sin necesidad de sentir que me estoy metiendo en un nicho ajeno, sino que al revés, sentirnos todos parte de lo mismo.