La Espiritualidad Ignaciana

La espiritualidad ignaciana es la manera en que San Ignacio de Loyola hizo suyo “el camino cristiano”. Su forma de vivir el evangelio se ha transformado en el paradigma de nuestra espiritualidad. Por lo tanto, los ignacianos(as) experimentamos el evangelio con la matriz que Dios usó con el fundador de la Compañía de Jesús.

La experiencia espiritual de San Ignacio está condensada en los Ejercicios Espirituales, que constituyen una verdadera escuela de discernimiento para la vida y que son definidos por él mismo como un modo de examinar la conciencia, meditar, contemplar y orar con el fin de preparar y disponer el alma para hallar la voluntad divina.

Dentro de la espiritualidad ignaciana encontramos algunos principios fundamentales que a continuación compartimos:

Primacía absoluta de Jesucristo

Los jesuitas estamos invitados a compartir con Jesús su propio destino, sentido y misión. Nos convertimos en “compañeros” y a la vez en “discípulos” de Jesús. Esta sintonía con su suerte es compartir su misión, la cual implica ponerse al servicio liberador del reino. Creemos que en Jesús se encuentra el sentido y plenitud de la existencia humana.

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El Servicio

 El ignaciano busca los medios prácticos para realizar lo que Jesús quiere: la construcción del reino de Dios. Está dispuesto a seguir a Jesús en las cosas pequeñas del diario vivir y en las opciones grandes de la vida. Su único deseo es servir en todo al bien de la humanidad y así dar gloria a Dios. “Ad maiorem Dei gloriam” (AMDG), en palabras de San Ignacio.

Sentir con la Iglesia

 La fidelidad y el amor por la Iglesia caracterizaron a Ignacio, porque este era un modo concreto de ser fiel a Jesús. No es un simple motivo de eficacia, sino una aceptación profunda del misterio de la encarnación; Dios mismo que se hace hombre y deja a otros hombres y comunidades la tarea de seguir predicando el evangelio.

 Este sentir brota también de nuestro propio ser Iglesia. Nuestra vocación es vivir en comunidad, es construir esa Iglesia real en la que nos desarrollamos y responsabilizarnos  por su vida.

Espiritualidad de Discernimiento

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Esta espiritualidad significa la constante búsqueda de la voluntad de Dios sobre uno mismo, la comunidad y sobre la Iglesia. Es la actitud básica del que inquiere en los signos de los tiempos lo que en ellos hay de comunicación de Dios.

Espiritualidad de discernimiento quiere expresar una vida atenta a las manifestaciones del Espíritu que nos guían a la verdad. Esto es algo esencialmente dinámico, que requiere aceptar que lo único absoluto es Dios y que las formas en que vamos viviendo nuestra existencia deben ir adecuándose constantemente en vista de la realización cada vez más acabada de nuestro ideal.

Discernir supone un hombre y una mujer libres, sinceros consigo mismo y sin apegos que suponen lastre. Es tener la valentía de poner la vida ante el Señor para dejarse transformar. Al mismo tiempo, es un proceso de reconocimiento de todo aquello que en nosotros traba nuestra entrega a Dios y a los demás.

El Magis

Magis en latín significa más y es una referencia constante en los escritos de San Ignacio, habla de: “el mayor servicio”, “el mayor bien”, “la mayor utilidad”, “el bien más universal”, “la mayor necesidad a la que atender”, etc.  Estas expresiones muestran una actitud básica: el rechazo a la mediocridad y la búsqueda de hacer siempre mejor por amor a Dios.

Evidentemente no es fácil saber a priori en toda circunstancia y persona qué significa esto en concreto; el discernimiento es la herramienta adecuada para buscarlo, ya que nos ayuda a ponderar los diversos elementos a tener en cuenta.

Contemplación en la Acción

Con esta frase definiría Jerónimo Nadal, uno de los primeros compañeros de Ignacio, la manera en que éste había vivido. Significa, en palabras de Ignacio, «encontrar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en El». Es la disposición del que se abre a la presencia de Dios en cada situación concreta.

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Tomar en serio los bienes y riquezas personales y de la creación

Esto implica ver las manifestaciones de la creación como dones del Señor. Aquí insiste Ignacio en la libertad frente a los mismos, usarlos o no,  considerando si nos ayudan a nuestro fin existencial. Por lo tanto, el ignaciano(a) es alguien profundamente libre frente a las cosas creadas, sabiendo que son medios que han de usarse o no evaluando el mayor servicio a Dios y los hombres.

El lema también se refiere a tomar en serio nuestros talentos personales y desarrollarlos al máximo, sabiendo que me han sido dados no solamente para mí, sino también para el servicio de los demás. Así, adquiere especial relevancia la formación personal en todas las áreas, como preparación para un servicio de calidad.

 La situación de los desheredados de la tierra, por otra parte, también debe interpelarnos sobre el uso y disposición que hacemos de los bienes a nivel personal y social. Es necesario que la opción por los pobres sea asumida en profundidad. Sólo siguiendo el caminar tranquilo y pobre de Jesús podremos crecer en este aspecto de nuestra espiritualidad.

Desde la experiencia ignaciana, el CEI busca propiciar, fortalecer y acompañar una experiencia con el Dios de Jesucristo que ayude a las personas a descubrirse a sí mismas, orientando su vida hacia el servicio a los demás, en especial por medio de los Ejercicios Espirituales. Se ubica en medio de la comuna de Santiago Centro, en Lord Cochrane 110.

sitio web: https://ignaciano.cl

La “Red Mundial de Oración del Papa” (RMOP), tal como su nombre lo indica, es una red de dimensiones globales que busca responder, por medio de la oración y del servicio, a los grandes desafíos de la Iglesia y de la Humanidad, que se expresan en las intenciones que el Papa propone mes a mes.  

sitio web: http://www.aomej.cl