Mientras pasamos la página de 2024 y contemplamos los primeros rayos de 2025, que asoman por el horizonte, os deseamos de corazón bendiciones a vosotros y a vuestros seres queridos.
Un nuevo año es una oportunidad para reflexionar sobre la bondad de Dios para con nosotros, abrazar la esperanza y reafirmar nuestra dedicación a la justicia, al servicio y a la compasión.
En 2025, os invitamos a uniros a la Compañía de Jesús en su misión de promover el reino de paz de Dios mientras trabajamos por un mundo más justo y compasivo. Comprometámonos a abrir caminos a Dios, a caminar con los excluidos, a acompañar a los jóvenes y a cuidar de nuestra casa común.
Este año es particularmente especial por ser el Año Jubilar. El tema “Peregrinos de Esperanza” subraya la llamada de la Iglesia a ser un faro de esperanza. Es una oportunidad única para renovar nuestra fe, encontrarnos con la misericordia de Dios y comprometernos con la misión de la Iglesia de llevar esperanza al mundo.
Que nos sintamos fortalecidos por el amor de Cristo e inspirados por San Ignacio. Que seamos valientes en nuestro servicio a la justicia, firmes en nuestra fe e inquebrantables en nuestro amor a nuestros hermanos y hermanas. En este viaje de la vida, nunca estamos solos. Dios camina con nosotros e ilumina nuestro camino.
Os deseamos un Año Nuevo 2025 lleno de bendiciones.
Oración del Jubileo
Padre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros la bienaventurada esperanza
en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio.
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo
reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz
de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.