Destacan rol formador de laicos y religiosos en funeral de Carlos Aldunate SJ

Con una sentida homilía de despedida al jesuita más anciano de Chile, esta tarde se realizó en el templo San Ignacio, la misa fúnebre del padre Carlos Aldunate SJ, quien falleció ayer 18 de julio a la edad de 101 años.
La ceremonia fue presidida por el Provincial, Cristián del Campo SJ, acompañado de más de treinta jesuitas -incluido su hermano José Aldunate SJ-, y contó con la participación de familiares, amigos y la comunidad ignaciana. Posteriormente, sus restos fueron trasladados a la Casa de Padre Hurtado, para ser enterrado en el cementerio de la Compañía de Jesús.
Carlos Aldunate nació en Santiago el 16 de mayo de 1916 e ingresó al Noviciado de Chillán de la Compañía de Jesús a los 16 años. Fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1944 en San Miguel, Argentina, cuando tenía 28 años. En 1947 partió a Bélgica a estudiar un doctorado en Filosofía en la Universidad de Lovaina.
Su amplia formación académica en pedagogía, teología y filosofía, le permitieron llegar a rector de los colegios Loyola en Padre Hurtado, San Ignacio de Alonso Ovalle de Santiago, San Luis de Antofagasta y San Mateo de Osorno. Fue además rector de la Universidad Católica del Norte. Sin embargo, los últimos 36 años de su vida los dedicó a la formación espiritual y personal de laicos y religiosos, acompañando retiros y Ejercicios Espirituales.
Como señalara el Provincial durante la homilía, “Carlos no se contentó solo con dar retiro a laicos y laicas. Fue señero también en envalentonar a muchos laicos para que se atrevieran a dar ellos los Ejercicios a otras personas, a asumir seriamente su condición de bautizados y compartir este tesoro enorme que nos ha sido confiado con otros; y puso su esfuerzo para formar seriamente a muchos hombres y mujeres que hasta hoy siguen prestando este servicio en la Iglesia. Muchos de ustedes aquí presentes que pertenecen a la Renovación Carismática o a los Equipos de Formación Espiritual Cristiana (EFEC), sienten gratitud por lo que él les entregó, por cómo los acompañó en momentos difíciles de la vida, por lo que despertó en ustedes y por cómo confió en ustedes”.
Cristián del Campo destacó además la personalidad del padre Carlos:
– Quizás por el tipo de educación que recibió como niño, quizás por su amplia formación intelectual, o quizás por lo mucho que viajó, o las distintas misiones que tuvo como jesuita, quizás por todo eso Carlos nunca fue un fanático, sino siempre un hombre abierto a descubrir lo bueno donde lo hubiera, a valorar a un Dios que se expresa de diversas maneras, con distintos lenguajes. Convivía en ese hombre sobrio y tímido, un hombre de corazón abierto a las diversas manifestaciones del espíritu de Dios, un Dios siempre más grande y más vivo que nuestras ideas predeterminadas y tantas veces cerradas a la novedad.
Recordó asimismo como en enero de este año cuando el Papa Francisco se reunió con los jesuitas en la tumba del Padre Hurtado, se refirió al padre Carlos como “el rey del sentido común”.
Para finalizar, señaló que en esta despedida “a nuestro querido compañero, amigo y padre Carlos, se me hace más evidente que nunca, cómo en esta Iglesia, nuestra Iglesia, marcada por el dolor y la vergüenza por sus propios delitos y pecados, y necesitada de profunda conversión, necesitamos más que nunca reunirnos una y otra vez como comunidad creyente para pedir a Dios un nuevo pentecostés que entre hasta el fondo del alma, que mire nuestro vacío cuando Dios nos falta, que mire el poder del pecado cuando no tenemos su aliento; que riegue la tierra en sequía, que sane el corazón enfermo, que lave nuestras manchas e infunda calor en el hielo”, puntualizó.
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