Conoce la vida de San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola (1491-1556)

Es el Fundador y Padre de la Compañía de Jesús. Nació en el país vasco en 1491 y murió en Roma en 1556. Fue hombre de dos épocas: de la Edad Media y del Renacimiento. Ambas las vivió intensamente, en una búsqueda apasionada de la Voluntad de Dios. Se consideraba un peregrino. A la Edad Media pertenecieron su niñez, su juventud y parte de su edad adulta. De ella aprendió la fe en la Iglesia de Cristo. Quería ser un hombre de servicio “de un solo Señor”.
Intentó el camino de la vida contemplativa pura, pero el Señor parecía llevarlo por otro rumbo y el discernimiento debía continuar. Los estudios, los compañeros y el apostolado lo hicieron descubrir el camino del “contemplativo en la acción”. La misma gracia divina lo debía mover a la oración y a la vida apostólica.
En la Universidad de París ingresó en él la época renacentista. Consiguió compañeros: el beato Pedro Fabro, después a San Francisco Javier y, más adelante, a otros cuatro. El 15 de agosto de 1534 los siete hicieron voto de pobreza y de ir a Jerusalén. Con realismo, si no pudieran viajar a Tierra Santa, se pondrían a disposición del Romano Pontífice.
Iñigo, en su nueva vida, tomó el nombre de Ignacio. A los siete se sumaron otros tres y después un cuarto. Todos hicieron Ejercicios Espirituales acompañados por Ignacio, una experiencia que los marcó definitivamente. Para peregrinar a Jerusalén, los “amigos en el Señor” viajaron a pie de París a Venecia. Fueron 54 días y 1.500 kilómetros. En Roma consiguieron los permisos para ser ordenados sacerdotes y viajar a Jerusalén. Regresaron a Venecia y recibieron las órdenes sacerdotales en espera de los plazos para su peregrinación. Ese año 1537 ninguna nave zarpó al Oriente. Ignacio y sus compañeros viajaron nuevamente a Roma para ponerse al servicio de la Iglesia, la verdadera esposa de Cristo.
A 16 kilómetros de Roma, en un cruce de caminos llamado La Storta, entraron Ignacio, Pedro Fabro y Diego Laínez en una pequeña capilla para rezar. Allí Ignacio tuvo una experiencia espiritual, que para los tres amigos fue una visita de la Santísima Trinidad que se grabó para siempre en sus almas. En ella vieron la confirmación divina del grupo.
Los comienzos romanos fueron sencillos. En 1541 Paulo III aprobó a la naciente Compañía de Jesús. Ignacio fue elegido General y encargado de redactar las Constituciones. De inmediato fueron requeridos para diversos apostolados y el Papa los destinó a diversas misiones. La dispersión mayor comenzó con la partida de San Francisco Javier hacia Portugal y de ahí a la India, Indonesia, Japón y China. Más tarde, los compañeros fueron a Brasil y Etiopía. Ignacio permaneció siempre en Roma, viendo partir, animando, organizando y orando por todos.
Al final de sus días, la Compañía de Jesús estaba formada por más de mil personas y se extendía por los cuatro continentes conocidos. Ignacio murió en Roma el 31 de julio de 1556. Fue beatificado por el Papa Paulo V el 27 de julio de 1609 y canonizado el 12 de marzo de 1622. Ha sido declarado Celestial Patrono de los Ejercicios Espirituales y de todos los institutos, asociaciones y centros que se dedican a dar o a estudiar los Ejercicios.
Texto: adaptación extraída del libro Santos y Beatos de la Compañía de Jesús, P. Jaime Correa S.J. (2013).

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