Hoy, 11 de septiembre, marcamos el 50º aniversario del Golpe Militar. Este sombrío capítulo de nuestra historia merece ser recordado para evitar que se repita, para garantizar que los derechos de cada persona sean respetados y para prevenir que el miedo que se apoderó de nosotros en aquella mañana de septiembre regrese.
El acto de recordar exige un esfuerzo colectivo. Traer a la memoria el quiebre de lo que conocíamos como democracia es un acto de justicia que todos debemos asumir. Es crucial reconocer que el Golpe Militar fue un rotundo fracaso de la política. No pudimos encontrar soluciones sin recurrir a la violencia, no pudimos ponernos de acuerdo ni dialogar en pos del bien común.
Tener presente nuestros dolores como país es un acto de justicia y de reparación hacia la democracia y la promoción inquebrantable de los derechos humanos. La democracia es frágil y, por lo tanto, debemos cuidarla y protegerla para que nunca más sea vulnerada.
Este aniversario nos recuerda que, como sociedad, debemos aprender de nuestros errores y trabajar juntos para garantizar que eventos tan trágicos como el Golpe Militar nunca vuelvan a ocurrir. Es un llamado a la reflexión y a la acción para forjar un futuro en el que la democracia sea fortalecida, los derechos humanos sean inquebrantables y la violencia sea reemplazada por el diálogo y la paz.