En la Compañía de Jesús en Chile hemos querido vivir este año enfatizando cuatro momentos claves en la vida de San Ignacio: la Herida, la Conversión, la Santidad y la Misión.
LA HERIDA
“Fue una bala de piedra contra la carne lo que detuvo al que no se rendía. Cuando lo que nos hiere es más duro que nosotros también se nos revelan heridas interiores. Entramos en la experiencia de la crisis profunda. Nuestros planes han fracasado, nos cuestionamos todo y quedamos a la deriva”.
¿Cuáles han sido las “balas de cañón” que me han hecho entrar en una crisis? ¿Cuáles son los proyectos que quedaron en el camino, los sueños que ya no serán posibles?
La bala de cañón que desbarata nuestros planes y proyectos.
En 1521 Íñigo de Loyola corre a la defensa de Pamplona. La antigua capital del reino era una ciudad en manos francesas, pero Íñigo, hombre valiente, entra en la ciudadela con la intención de defenderla hasta la muerte si fuera necesario.
El 20 de mayo una bala le destroza la pierna derecha, hiriéndole también la izquierda. Sus enemigos honran su tenacidad y lo trasladan a la casa familiar, a punto de fallecer. Es operado varias veces y consiguen salvarle la vida, aunque la cojera le acompañará toda su vida.
Ignacio cae herido en batalla. No se lo esperaba, quería ganar, pero pierde. Es llevado convaleciente a casa de su hermano en Loyola. Está desconcertado. Se cae su orgullo, se desmoronan sus ambiciones, se derrumban sus proyectos. Piensa en volver a lo de antes. Le duele su vanidad y sufre por querer mantener su apariencia física. También se aferra a sus sueños de grandeza, riqueza y hazañas mundanas, pero lo dejan hastiado y vacío.