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¿Cómo defines las CVX?
MM: La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) es una asociación internacional de cristianos laicos reconocida por la Iglesia Católica. Esto significa que quienes pertenecemos a la CVX nos reunimos en pequeños grupos para compartir la fe, la vida, la misión, discernir, acompañarnos y celebrar juntos. Estamos presente en cerca de 80 países de los 5 continentes. Cada comunidad nacional presente en un país es parte de un solo Cuerpo Apostólico, de una sola Comunidad Mundial.
Nuestro propósito es llegar a ser cristianos comprometidos, dando testimonio en la Iglesia y en la sociedad de los valores humanos y evangélicos esenciales para la dignidad de la persona, el bienestar de la familia y la integridad de la creación.
¿Cuáles son los principios o, como ustedes dicen, los pilares que forman ese tronco común a todos los miembros de la CVX?
MM: La pertenencia a un solo cuerpo, que es quien tiene la identidad y que está formado por personas muy diversas, con modos de entender y compartir muy distintos. Pero hay tres pilares, tres dimensiones que forman parte de nuestro tronco común: la espiritualidad ignaciana; la vida comunitaria; y la misión: una misión que reconocemos es la de Cristo encomendada a la Iglesia y que, desde CVX, junto con otros nos encontramos en el camino de la colaboración.
En el contexto de la fiesta de San Ignacio de Loyola, ¿cuál es el nexo entre la CVX y la espiritualidad ignaciana?
MM: El vínculo de la CVX con la espiritualidad ignaciana viene desde los primeros tiempos de Ignacio de Loyola. Él, junto con sus primeros compañeros, fueron creando grupos de laicos, en donde se ponía la persona de Jesús en el centro y reflejaban un claro sentido apostólico. Esas primeras fueron el antecedente de lo que se conocía como Congregaciones Marianas, que, a su vez, en 1967, dan paso al nacimiento de la CVX porque se entendió que así se podría responder más fielmente a los desafíos de nuestra Iglesia en el mundo, después del Concilio Vaticano II.
Es decir, entonces, los Ejercicios Espirituales, que son reconocidos como la fuente específica e instrumento característico de nuestra espiritualidad son parte esencial en la vida de la CVX. De esta experiencia de encuentro con el Señor, por medio de los Ejercicios nace todo y sostiene la dimensión comunitaria y la misión.
¿Cómo San Ignacio se hace parte de la vida de la CVX?
MM: San Ignacio es un santo que encarna una experiencia de vida, que es muy humana, que es muy de todos nosotros. El camino recorrido por Ignacio yo creo que interiormente podemos vivirlo todos nosotros de alguna manera u otra, con distintos acentos, pero podemos reflejarnos en su vida. ¿Quién no tuvo experiencia de fracaso o de sueños frustrados? Como fue la herida que sufrió san Ignacio en Pamplona y que tuvo dos efectos: derrumbó los planes que como militar tenía para su vida, y por otra parte, le abrió nuevos caminos que permitieron el encuentro con Dios.
Podemos pensar en este tiempo del Covid-19 y ver cuántos planes previstos al inicio del 2020 han quedado frustrados, han quedado truncados. Y bueno, de alguna manera es volver a preguntarnos “Señor, ¿qué quieres? ¿A dónde quieres llevarnos? Que muchas veces no es un lugar físico, sino algo más interior ir a lo profundo.
Y lo que hacemos en CVX es esto, que esta dimensión espiritual, que es personal, nosotros la compartimos en comunidad, y la compartimos porque estamos convencidos de que es un espacio de crecimiento, que es un espacio de confrontación, un espacio para la corrección fraterna, y porque cuando lo hacemos, aunque muchas veces es trabajoso esto de construir una comunidad, la vida que se comparte se ensancha. Hay una frase muy linda que dice: “comunidad es pensar en el otro, es pensar en lo mejor para el otro, y es pensar juntos en lo mejor de nosotros, para todos los otros”. Un juego de palabras ahí, pero lo que hace también estos conectarnos con nuestra tercera dimensión, que es la misión.
Háblanos de ¿cómo entienden su misión?
Podemos explicar nuestra vida en clave de misión y de servicio. En nuestros documentos se dice que el campo de misionero de la CVX no tiene límites, lo que quiere decir que para los laicos presentes en el mundo nuestra vida es misión ahí donde estemos: con nuestra familia, nuestro trabajo, en la parroquia que estemos. Allí donde estemos, de alguna manera, tenemos que hacer presente a Cristo. Queremos llevar la presencia de Cristo.
La unión con Cristo nos lleva a la unión con la Iglesia, en la que Cristo continúa aquí y ahora su misión salvadora. Haciéndonos sensibles a los signos de los tiempos y a las mociones del Espíritu Santo, seremos más capaces de encontrar a Cristo en todos los hombres y en todas las situaciones
En 2018, en Buenos Aires, Argentina, tuvieron su Asamblea General y en ella utilizaron el discernimiento espiritual. ¿Cuéntanos en qué consistió esta experiencia?
MM: En 2018 nosotros tuvimos nuestra última asamblea general y ahí renovamos esto, y volvimos a poner en el centro el tema del discernimiento en común, como algo que está en el centro de nuestra misión, que le da unidad al propósito, que alguna manera unifica identidad y Misión. Y eso es básicamente preguntarnos cómo contribuir, del mejor modo posible, a construir un mundo más humano, más digno, más justo.
Hoy estamos llamados a profundizar y compartir esto con otros. Animar a preguntarnos allí donde estamos (en nuestra familia, apostolado, trabajo, comunidad) como contribuir del mejor modo posible a construir un mundo más humano, más digno, más justo. Y mucho más, la experiencia del discernimiento en común es importante, luego del Covid.19. Ahí, la CVX siente que tenemos una responsabilidad. La práctica del discernimiento personal y en común para construir algo nuevo.
Terminaría con esto: vivimos en un tiempo de sobreabundancia de información, de muchísima noticia, bombardeados por muchos lados. Yo creo que, para mí, en este tiempo es bastante significativa la frase de Ignacio “No el mucho saber arte satisface el alma sino el sentir y gustar de las cosas internamente”, es decir, ser profundos allí donde estamos, no querer abarcar todo, si no poder llevar profundidad ahí donde nos toca estar.
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