Primera semana de Cuaresma

Entramos ya en el gran retiro que celebramos como Iglesia para prepararnos a  celebrar la Pascua. En el Bautismo morimos con Cristo para vivir en Él.  Somos “sumergidos”  (es lo que significa en griego ‘bautizados’) en la muerte de Cristo, para resucitar gracias al Espíritu, formando parte ya del cuerpo del Resucitado. Tiempo en que se nos invita al ayuno, a la oración y la penitencia, para que, venciéndonos a nosotros mismos, compartamos la suerte del Crucificado, reconociéndolo en la persona de los que sufren y carecen de lo necesario. Por eso, en los primeros días de este tiempo, hemos escuchado a Isaías: “Este es el ayuno que yo amo –oráculo del Señor-: desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos (…) compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo…” (Is. 58).
El primer domingo nos pone frente a las opciones de Cristo; mejor dicho la opción amorosa de Dios para rescatarnos. Él no nos rescata por medio del poder económico, ni del poder religioso, ni por el poder político. Ese es el camino del Tentador. En la Cuaresma  no estamos llamados a subir, para conquistar la salvación: hemos de bajar, siguiendo al que “se despojó de su rango” y “pasó por uno de tantos”. El camino de Jesús es el camino de la cruz; pasa por ella inevitablemente. Dios nos salva por medio de la ley interna del amor, que requiere un corazón humilde y sencillo, como el de Jesús.
El leccionario ferial nos va invitando a lo largo de la semana a profundizar en el camino de Jesús: Al final de la vida seremos juzgados por el amor (lunes), ese amor de Dios nuestro Padre, que se nos ha revelado en Cristo, su Palabra definitiva (martes). No hay otra palabra o signo que podamos pedir a Dios, sino sólo hemos de adherir a Él (miércoles). El amor que el Padre nos ha revelado en Cristo nos permite pedir confiadamente lo que necesitamos, porque ciertamente lo recibiremos (jueves). Nuestra respuesta al amor de Dios deberá ser el amor incondicional a nuestro prójimo (viernes), hasta orar incluso por quienes nos persiguen, imitando así el amor del Padre que está en los cielos (sábado).
En Cuaresma, el santoral “baja de grado”, excepto en las solemnidades. Pero se puede recordar a algunos santos en la oración colecta del día en que se celebra su memoria. En esta semana, se puede hacer conmemoración, el miércoles 7,  de santas Perpetua y Felicidad y sus compañeros. En su mayoría, eran cristianos recién bautizados, muertos en Cartago el año 203, precisamente por el delito de hacerse cristianos. El relato de su martirio es uno de los documentos históricamente más serios de su época. Además de recordar el Día Internacional de la Mujer, el 8 se puede conmemorar a san Juan de Dios (+1550), fundador de una orden religiosa dedicada al cuidado de los enfermos.  Y el 9 puede recordarse a santa Francisca Romana (+1440), mujer de vida ejemplar en su matrimonio y viudez, laica oblata benedictina.

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