Tercera semana de Cuaresma

Comentario a las lecturas de la liturgia entre el 28 de febrero al 6 de marzo.
A medida que avanzamos en la Cuaresma, la liturgia nos va haciendo sentir la inminencia de la Solemnidad de la Pascua. Especialmente porque en ella son incorporados a la Iglesia los catecúmenos, es decir, las personas que se han preparado para los sacramentos de la Iniciación Cristiana. Por eso, tanto en los domingos como en las misas de la semana, encontramos frecuentes alusiones a las aguas bautismales, o a la Luz que ilumina  a quienes se incorporan a Cristo. Más aún, en las comunidades en que haya gente preparándose a la Iniciación, pueden celebrarse entre los domingos tercero a quinto, ciertos exámenes y oraciones especiales, que implicarían cambiar, en la misa dominical,  las lecturas de la Mesa de la Palabra por las del ciclo A. De modo que vale la pena recordar que en este domingo puede escucharse el diálogo de Jesús con la Samaritana (Juan 4), y en los siguientes la curación del ciego de nacimiento (Juan 9) y la resurrección de Lázaro (Juan 11).
En el diálogo con la Samaritana, Jesús nos recuerda que a Dios hay que adorarlo en espíritu y en verdad. Esto es, reconociendo su presencia constante en favor nuestro y respondiendo a su amor y misericordia con amor y misericordia hacia los demás. Para eso, hemos sido renovados por el bautismo, que nos injerta en Cristo y nos alimenta de Él. Eso es lo que nos recuerda la mesa de la Palabra en este domingo, donde escuchamos la manifestación de Dios a Moisés (“He visto la opresión de mi pueblo”, le dice el Señor), y luego, san Pablo en la carta a los corintios, nos recuerda su acción liberadora en favor del pueblo, y nos invita a estar atentos para no apartarnos del Señor. Por su parte, Jesús nos advierte que Dios no envía desgracias especiales a los pecadores, sino que ellas sobrevienen por causas humanas o naturales, por lo que siempre hay que estar preparados para el encuentro final con Dios. Él nos espera con paciencia… pero hay plazos.
El leccionario ferial nos presenta  el lunes el tema de las aguas que purifican y dan vida (en la historia de Naamán aparece por única vez el verbo BAPTIZEIN, en la versión griega del Antiguo Testamento) pero nos lleva rápidamente a contemplar el  conflicto que se produce entre Jesús y los diversos poderes religiosos y políticos de su entorno. El martes nos llama a reconciliarnos y perdonarnos mutuamente como el Padre nos perdona. El miércoles nos presenta a la ley de Dios como fruto de la cercanía y del amor paternal de Dios. El jueves nos devuelve a tomar conciencia del conflicto que lleva a Jesús a la cruz y nos llama a optar ante Él. El viernes y el sábado nos muestran en qué consiste adorar al Padre en espíritu y verdad: “Amar a Dios y al prójimo vale más que todos los sacrificios” (viernes) y reconocer el propio pecado y confiarse en el Señor es lo que realmente justifica (sábado).
En esta semana no hay conmemoraciones especiales de los santos… sólo nos corresponderá dar gracias por el descanso veraniego y pedir la gracia del Señor, para participar fructuosamente en la próxima Pascua.

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