31ª. Semana del tiempo durante el año

En el texto evangélico que somos invitados a contemplar en el domingo que abre esta semana volvemos a encontrarnos con un publicano, ahora como interlocutor de Jesús. No un cobrador de impuestos cualquiera, sino el “jefe de los publicanos” de Jericó: un “hombre muy rico llamado Zaqueo”. Y, el mismo Jesús de quien hace dos días hemos escuchado: “Felices los que tienen alma de pobres”, no sólo acepta la hospitalidad de este hombre rico, sino que toma la iniciativa: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Algo realmente insólito, sobre todo si recordamos otros pasajes de la Escritura que rechazan la convivencia y cercanía de la gente piadosa con los pecadores, impíos y paganos.

Jesús continúa esta semana invitándonos a no prejuzgar y pre-condenar como los que murmuraban en Jericó, porque Él iba a alojarse en la casa de un pecador público; uno que se había enriquecido en una profesión que permitía explotar a los demás, incluso con la ayuda de los soldados del imperio romano. El evangelista no narra cuánto tiempo estuvo Jesús en la casa de Zaqueo; tal vez bastó con el gesto de confianza y de aceptación, que lo hizo sentir en Jesús el amor de Dios que (como señala el libro de la Sabiduría) “ama todo lo que existe y no aborrece nada de lo que ha hecho”. Algo que olvidamos cada vez que juzgamos a quienes han caído pecando o delinquiendo. Por eso, ahora nos dejamos mirar por Jesús, que nos invita a bajarnos desde el árbol de nuestra inautenticidad y a recibirlo en nuestra casa: Él nos cambiará la vida y nos permitirá, como miembros de su Cuerpo, renovarnos eclesial y personalmente. Es lo que Pablo pide para los tesalonicenses: que Dios nos haga dignos de su llamado y lleve a término, en nosotros, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe.  

Poniendo nuestra esperanza en el amor con que Dios nos ama, podemos acoger, en la semana, las palabras de Pablo a los Romanos: “Los dones y el llamado de Dios son irrevocables”, y los hemos recibido para la riqueza y el servicio del Cuerpo de Cristo. Él nos hace pasar de la condición de desobedientes (es decir no-oyentes), a la de oyentes de su Palabra, para que podamos conformar nuestra vida de acuerdo con Ella. El evangelio de san Lucas, que se nos sigue ofreciendo en esta semana, nos proporciona orientaciones concretas para ello.

En el calendario santoral, el domingo 3 resulta impedida la memoria de san Martín de Porres (+1639), lego dominico muy popular en nuestro continente, así como la del Bto. Rupert Mayer (+1945) del santoral de la Compañía. El lunes 4 se nos presenta a san Carlos Borromeo (+1584), arzobispo de Milán, modelo de obispo en la Reforma católica. El miércoles 6, los jesuitas agradecemos a Dios los modelos de seguimiento de Jesús que nos da en nuestros Santos y Beatos de la Compañía.

El sábado 9 la semana se cierra con la fiesta de la dedicación de la Basílica del Salvador en Roma, más conocida como San Juan de Letrán. Todo templo cristiano es imagen de la Iglesia misma, y la fiesta de su dedicación se considera una fiesta de Jesucristo.

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