En una larga conversación, el recién nombrado Padre General recibió algo más de 30 preguntas sobre su historia, sus intuiciones básicas y sus vivencias en estos días antes y después de la elección.
El objetivo de esta entrevista era poder presentar quién es Arturo Sosa a la Compañía de Jesús y la amplia familia ignaciana. La entrevista, de más de una hora y media, tiene en algo de crónica pues desvela aspectos de la infancia, la adolescencia y la formación del nuevo superior general. Poco a poco, el recorrido académico en ciencias políticas y los compromisos pastorales en el campo social van definiendo el retrato de un jesuita enteramente dedicado a la Compañía de Jesús en el servicio de la fe y la promoción de la justicia que brota de
De Caracas a Roma pasando por Táchira y por toda América latina; de un centro social a la curia jesuita en Roma, pasado por algunas universidades, así como por los “barrios” de la frontera entre Venezuela y Colombia; de la animación parroquial a la de la Compañía universal, pasando por su tiempo de provincial y el acompañamiento de jesuitas en contextos diferentes.
Orígenes y formación
Nacido en 1948, en Caracas (Venezuela), en una familia católica y abierta al mundo, el P. Arturo Sosa fue educado desde pequeño a cultivar una actitud de curiosidad para ir siempre más allá de aquello que aparece a primera vista. En el colegio San Ignacio, donde fue enviado a estudiar, descubre la belleza de dedicarse a los demás, entrando a fomar parte de la Congregación Mariana. Le impresiona la presencia de los hermanos jesuitas que encuentra en el colegio y comienza a pensar en su vocación como jesuita. Entra en la Compañía el 14 de septiembre de 1966 y durante el magisterio fue destinado al centro Gumilla, uno de los primeros centros de investigación y acción social que se ocupa de las cooperativas de agricultores. Después estudia teología en Roma, experimentando la dimensión internacional de la Compañía. A continuación comienza sus estudios de ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela y se convierte en director de la revista “Sic” del centro Gumilla.
Experiencia en Colaboración
Tras su experiencia en el Centro Gumilla, el P. Sosa trabajará en Táchira, en la frontera con Colombia, en un proyecto interprovincial en colaboración con Fe y Alegría. En 1996 es nombrado provincial y comienza a reunir en un proyecto común diversas vocaciones, incluso de fuera de la Compañía. En este contexto comienza a usar la categoría de “sujeto apostólico” para indicar como vocaciones diferentes pueden involucrarse en una misión común. Anima a reflexionar sobre los posibles itinerarios de formación también para los laicos. En este período participa en el nacimiento de la Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL) con el fin de unificar el crecimiento de las provincias del norte y del sur del continente Latinoamericano. Asiste también al desarrollo de la Asociación de las Universidades (AUSJAL) que pasa a estructurarse como un verdadero cuerpo interconectado, vivaz y de gran alcance. Al mismo tiempo, el movimiento de Fe y Alegría se convierte en una red internacional. El P. Arturo Sosa experimenta la belleza del trabajo en red que permite asignar recursos donde son escasos y sostener iniciativas en lugares donde se viven situaciones de fragilidad.
Primera entrevista con el P. Arturo Sosa, SJ
El día siguiente de la elección del nuevo Padre General, el equipo de comunicación preparó una entrevista en profundidad con Arturo Sosa que se realizó el domingo 16 de octubre por la tarde. En una larga conversación, el recién nombrado Padre General recibió algo más de 30 preguntas sobre su historia, sus intuiciones básicas y sus vivencias en estos días antes y después de la elección. El objetivo de esta entrevista es poder presentar quién es Arturo Sosa a la Compañía de Jesús y la amplia familia ignaciana.
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Orígenes y formación
Nacido en 1948, en Caracas (Venezuela), en una familia católica y abierta al mundo, el P. Arturo Sosa fue educado desde pequeño a cultivar una actitud de curiosidad para ir siempre más allá de aquello que aparece a primera vista. En el colegio San Ignacio, donde fue enviado a estudiar, descubre la belleza de dedicarse a los demás, entrando a fomar parte de la Congregación Mariana. Le impresiona la presencia de los hermanos jesuitas que encuentra en el colegio y comienza a pensar en su vocación como jesuita. Entra en la Compañía el 14 de septiembre de 1966 y durante el magisterio fue destinado al centro Gumilla, uno de los primeros centros de investigación y acción social que se ocupa de las cooperativas de agricultores. Después estudia teología en Roma, experimentando la dimensión internacional de la Compañía. A continuación comienza sus estudios de ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela y se convierte en director de la revista “Sic” del centro Gumilla.
Experiencia en Colaboración
Tras su experiencia en el Centro Gumilla, el P. Sosa trabajará en Táchira, en la frontera con Colombia, en un proyecto interprovincial en colaboración con Fe y Alegría. En 1996 es nombrado provincial y comienza a reunir en un proyecto común diversas vocaciones, incluso de fuera de la Compañía. En este contexto comienza a usar la categoría de “sujeto apostólico” para indicar como vocaciones diferentes pueden involucrarse en una misión común. Anima a reflexionar sobre los posibles itinerarios de formación también para los laicos. En este período participa en el nacimiento de la Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL) con el fin de unificar el crecimiento de las provincias del norte y del sur del continente Latinoamericano. Asiste también al desarrollo de la Asociación de las Universidades (AUSJAL) que pasa a estructurarse como un verdadero cuerpo interconectado, vivaz y de gran alcance. Al mismo tiempo, el movimiento de Fe y Alegría se convierte en una red internacional. El P. Arturo Sosa experimenta la belleza del trabajo en red que permite asignar recursos donde son escasos y sostener iniciativas en lugares donde se viven situaciones de fragilidad.
Trabajo para la Compañía Universal
En 1975, cuando está formándose en Roma, el P. Sosa se encuentra con el Padre Arrupe (CG. 32) y queda fascinado por él. Particpa en la siguiente Congregación General, la 33, tiene solo 34 años y es el congregado más joven. Está también presente en la Congregación 34, donde conoce al P. Nicolás. A partir de la Congregación 35 se implica en el gobierno central como asistente no residente del General. Es un encargo árduo, pero el P. Sosa aprende de esta experiencia la importancia de tener viva la conexión con la Compañía Universal durante el gobierno ordinario y no solo en la fase de deliberación de las congregaciones.
En 2014 el P. Nicolás le pide que se encargue, como su delegado, de las casas internacionales de Roma. Deja así el cargo de rector de la universidad católica de Táchira y se traslada a la ciudad eterna. Comienza su trabajo de inmediato para establecer los cimientos que llevarán, se espera, a la constitución del consorcio universitario de las tres instituciones clásicas de la Compañía de Jesús: la Universidad Pontificia Gregoriana, el Pontificio Instituto Biblico y el Pontificio Instituto Oriental.
Primeras Impresiones como General
En la Congregación 36, durante los días de las murmuraciones, el P. Arturo empieza a darse cuenta que la atención se está concentrando en su persona. Esa intuición se confirma el viernes 14 de octubre, el día de la elección. Está tranquilo, acepta el hecho con serenidad. Cae en la cuenta que sus hermanos que le han elegido han releído su historia personal como un intento fiel y creativo de hacer realidad aquello que las congregaciones han dicho durante los últimos 40 años. Colaboración, interculturalidad y profunidad son las cuestiones que más le importan. Colaboración no tanto para poder garantizar aquello que se ha hecho desde siempre, sino más bien porque saber colaborar con los demás es el corazón de la vida de un jesuita. Interculturalidad porque nuestro Dios no es un Dios homogéneo, más bien, todo lo contrario. Profundidad intelectual, porque comprender aquello que está sucediendo en el mundo y en la Iglesia de hoy puede ayudar a transformar la misión de la Compañía de un modo más específico y eficaz.
¡Aquí puedes descargar la transcripción de la entrevista completa!
Un mensaje de esperanza para 2025, desde la Curia General
Mientras pasamos la página de 2024 y contemplamos los primeros rayos de 2025, que asoman por el horizonte, os deseamos de corazón bendiciones a vosotros y a vuestros seres queridos.