Ayuda humanitaria en la frontera de Chile con Perú


En Arica la situación migratoria se ha vuelto más desafiante que nunca y la Iglesia de la ciudad se ha transformado en un refugio de cuerpos y de almas. Recientemente, 113 personas -entre ellos muchos niños- en su mayoría de nacionalidad venezolana, así como algunas personas de Colombia y Haití, llegaron a al paso migratorio Santa Rosa, lugar en que se encuentra la aduana con Perú, buscando asistencia y refugio mientras se definía su estatus para poder salir del país. Muchos de ellos pudieron volver a sus países, otros cruzar de forma ilegal a Perú en busca de nuevas oportunidades. Algunos tuvieron que volver al centro del país imposibilitados de lograr su objetivo. En ese lapso de tiempo la incertidumbre se mezcló con el frío de la noche y la desesperación de estar desamparados por los Estados que no se hacen cargo de su problema como migrantes.

Marcelo Oñederra SJ. nos cuenta desde la Parroquia El Carmen que las condiciones en las que se encuentran estas personas son duras: después de haber pasado días al aire libre esperando una solución, la mayoría de ellas fueron trasladadas a dos lugares de la ciudad habilitados con colchones y frazadas, la Villa Albergue y esta parroquía donde el jesuita realiza misas habitualmente, esto gracias a la gestión de la Iglesia en la ciudad y del Municipio de Arica.

“Hace tres semanas que nos encontramos en una situación delicada. Personas que vendieron sus enseres, sus cosas, que quieren retornar a su patria en distintas modalidades, incluso algunos que llevaban poco tiempo y otras que venían cinco años, pero que se encontraron que no podían como realizarse debido a que su situación migratoria es inestable incluso teniendo hijos chilenos”, nos relata.

La comunidad jesuita y el equipo de la Red Juvenil Ignaciana de Arica han estado trabajando incansablemente con las autoridades locales para brindar ayuda humanitaria. Unas cuatro mil personas llegaron a ese lugar para salir del país en los últimos meses, las personas que han podido salir lo hicieron a través de un avión que puso a disposición Venezuela o de forma ilegal por pasos no habilitados.

Después de dos noches en la Parroquia El Carmen, las familias pudieron descansar, comer comida caliente y recuperar sus fuerzas. A pesar de la presencia del Servicio Jesuita a Migrantes y  varias organizaciones de la sociedad civil, nacionales e internacionales, los esfuerzos no bastan para aliviar la difícil situación en las frías noches de la frontera.

El panorama en la frontera era muy difícil, las condiciones inhumanas con escaso acceso al agua -incluso- y un campamento improvisado preocuparon a la Iglesia de esa ciudad. Oñederra nos cuenta de cómo fue enfrentar ese momento: “Estaba en la frontera, y pude ver que les llegaba agua en camiones aljibe. Le instalaron unos baños y unas duchas momentáneas. Cancillería no  permitían que se instalara un campamento, que en la práctica, si lo era.”

Esta semana, cerca de 56 personas continúan durmiendo en los colchones de los refugios a disposición esperando definir su futuro, con la esperanza de que puedan descansar y estar más cómodas por al menos 15 días.

Imágenes que han obtenido los jesuitas en la zona, retratando los duros momentos que han enfrentado las personas migrantes tratando de regresar a sus países de origen.

Compartir:

Facebook
Twitter

Noticias Relacionadas

Reinstalación del Reloj del Cerro Campanario

Con una emotiva ceremonia se celebró que el Reloj “Paul Garnier” del Cerro Campanario de Puerto Montt ha vuelto a funcionar marcando el tiempo con sus antiguas campanas y con su aspecto original, tal como hace 120 años cuando llegó a Puerto Montt.

Nuevo diácono para nuestra Iglesia

El 16 de noviembre en la ciudad de Bogotá, Colombia, fue ordenado diácono, junto con otros tres compañeros, el estudiante jesuita Javier Hernández SJ.