“Me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo”, le escuchamos a san Pablo en este domingo. Y lo escuchamos en un tiempo en que hemos tenido que reconocer nuestra debilidad como “pueblo de Dios que peregrina en Chile”. Por eso mismo, el testimonio que Pablo nos ofrece este domingo en la mesa de la Palabra, resulta paradójicamente esperanzador: podemos sacar la misma conclusión de Pablo: “cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Lo que necesitamos es reconocer nuestra debilidad para permitir a Jesucristo que nos sane. Como los rebeldes israelitas a los que es enviado Ezequiel, los conciudadanos de Jesús se sienten fuertes y sanos. No necesitan médico…, no necesitan a un profeta. Y escuchamos a Jesús: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”.
Pero nosotros, ¿dónde podremos encontrar al profeta que necesitamos? En su carta a este Pueblo peregrino en Chile, Francisco nos orienta: “El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo; por tanto (…) debemos estar muy atentos a esta unción” (n. 1).
Así es. Ya en el Bautismo fuimos ungidos con el crisma, para que permaneciéramos como miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey, hasta la vida eterna (cf. Ritual) Por eso, la invitación del Papa debería significar para todos nosotros un llamado a reforzar la vida de las comunidades… Nadie puede apropiarse del Espíritu; por eso, todos debemos prestar atención a su voz, que sopla donde quiere. Todos estamos llamados, entonces, a escucharnos con respeto, reconociéndonos débiles y necesitados de los demás.
A lo largo de la semana, podremos profundizar en la vocación profética, escuchando a Oseas, que denuncia la ingratitud del pueblo amado por Dios, al mismo tiempo que simboliza ese amor en el amor nupcial (en el texto que escuchamos el lunes) y en el amor materno/paterno (el jueves). Mientras tanto, el evangelio de san Mateo nos hace repetir, ignacianamente, la contemplación de Jesús sanando a la hemorroisa y resucitando a la hija de Jairo, para contemplarlo después sanando a otros enfermos, antes de enviar a sus discípulos a llevar el Evangelio “a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
El santoral nos ofrece una serie de ejemplos de seguimiento del Señor. El lunes 9 recordamos a los 120 mártires de la China (entre 1648 y 1930), entre los que el calendario universal destaca al presbítero Agustín Zhao Rong y el calendario jesuita a los PP. León Ignacio Mangin y Paul Denn, misioneros franceses en China (+20 julio 1900), junto con los laicos María Zhu Wu y más de 50 compañeros. El miércoles 11 se celebra al gran san Benito de Nursia (hoy Norcia,+560), padre de la vida monástica en occidente y uno de los patronos de Europa. Para Chile, la fiesta de Santa Teresa de Jesús de los Andes, el viernes 13, nos dispone a la solemnidad carmelitana del lunes 16. El sábado 14, por último podemos recordar a san Camilo de Lelis (+1614) fundador de una orden dedicada a cuidar a los enfermos, o a san Enrique II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (+1024), cuya memoria, fuera de nuestro país, se celebra el viernes 13. Y, a propósito de la necesidad de escucharnos, puede ser bueno recordar que san Benito manda que en el capítulo se escuche primero a los jóvenes.