“El Chile que soñamos”: Revista Jesuitas Chile, diciembre 2021

“Vivimos en un país que atraviesa procesos decidores. Estamos en un contexto que requiere determinación y empatía para enfrentar la polarización, violencia, discriminación, xenofobia y los dolores que estamos sufriendo como sociedad en el 2021.

Existimos en una nueva realidad donde todo parece ser frágil; la política, la ética, el sentido de comunidad, las relaciones interpersonales, la economía, las estructuras, las instituciones, la credibilidad. Frágil porque todo podría “reiniciarse” como si fuese un videojuego, donde los otros parecen no importar tanto, no habría planes a largo plazo, valdría la improvisación y no se mediría el grado de los daños provocados. Solo gana aquel que sería capaz de reaccionar rápido, lo que muchas veces lleva a lo superficial. Hoy la profundidad parece ser una cualidad escasa, pero por eso, cada vez más necesaria.

Por ello vale la pena preguntarse ¿cómo es el Chile que soñamos? Desde la Provincia Chilena de la Compañía de Jesús, soñamos un país de frontera, que derribe muros y extienda puentes entre personas distintas; soñamos un país donde la dignidad sea costumbre y no un bien para algunos; soñamos un país que respete al que piensa de otra forma; soñamos una sociedad donde mantengamos una convivencia sana y nos entendamos como parte de un colectivo.

No debemos renunciar al sueño de un país para todos sus habitantes. Por eso la Convención Constituyente tiene una tremenda misión. Sin embargo, cada uno de nosotros puede trabajar por derribar prejuicios que nos separan, y estar on quienes hoy sufren; hombres y mujeres en pobreza, personas sin una vivienda digna, adultos mayores en situación de calle, niños, niñas y adolescentes sin acceso a una educación de calidad, mujeres que han sido violentadas por una sociedad patriarcal.

Tal como le ocurrió a San Ignacio de Loyola, hace 500 años, es necesario detenerse, pensar y darse cuenta lo que vivimos, para discernir la presencia del Espíritu. Es ahí donde una fuerza más grande que nosotros mismos, nos ayuda a volver a nacer y nos permite mirar los desafíos de una forma distinta.

Como parte de la Iglesia en Chile, queremos ayudar a seguir construyendo el Chile que soñamos, junto a las comunidades con las que trabajamos, empujando las transformaciones sociales que hoy se necesitan. Visto que las brechas de desigualdad han aumentado, necesitamos ser más justos, más transparentes, para acompañar de buena forma y humildemente a quienes lo necesitan.”