El 5 de noviembre, el Papa Francisco visitó la Universidad Gregoriana con ocasión del Dies Academicus. En el acto estuvieron presentes el Padre General Arturo Sosa, Vice Gran Canciller de la Universidad, así como miembros del personal, profesores y estudiantes.
En este año, la Pontificia Universidad Gregoriana (Collegium Maximum), el Instituto Oriental y el Pontificio Instituto Bíblico se fusionaron en uno solo por decisión papal, unificando las tres instituciones históricas.
En sus palabras de bienvenida, el padre Sosa agradeció la visita del Papa, que considera un motivo de acción de gracias, una confirmación de la misión de la Universidad y una fuente de esperanza. Añadió que la labor docente de la Universidad contribuye a la formación integral de estudiantes abiertos al misterio de Dios presente en la compleja realidad del mundo, y capaces de reflexionar sobre el don de la fe en sus corazones.
l Rector, P. Mike Lewis, SJ, trazó la historia de las instituciones recientemente fusionadas, destacando sus especialidades individuales y sus contribuciones a la vida intelectual de la Iglesia. Señaló que algunos profesores y antiguos alumnos de la Universidad fueron llamados a contribuir a los trabajos del reciente Sínodo sobre la sinodalidad, mientras que otros sirven en diferentes Dicasterios en Roma. Varios alumnos han llegado a ser Papas, Cardenales y Obispos. El 5 de noviembre se celebra también la fiesta de todos los santos y beatos de la Compañía de Jesús, y el Rector señaló que varios santos y beatos se cuentan entre los antiguos alumnos de la Universidad Gregoriana.
El Papa Francisco, en su discurso, advirtió contra un enfoque superficial de la formación en la fe, y subrayó la importancia de no perder de vista el horizonte que une los caminos de todos hacia la meta final. Basándose en el ejemplo de San Francisco Javier, recalcó a los presentes la necesidad de ser “misioneros por amor a nuestros hermanos y hermanas” y de “estar disponibles a la llamada del Señor”.
El Papa continuó subrayando que el trabajo de formación requiere que pongamos nuestro corazón en él, ya que sin nuestro corazón, la acción formativa se convertiría en “intelectualismo árido o narcisismo perverso”. Declaró que “el corazón es el lugar de partida y de llegada de toda relación, con Dios y con los hermanos”.
La Universidad Gregoriana tiene su origen en el “Colegio Romano” fundado en 1551 por San Ignacio. Explorando la motivación que movió a San Ignacio a fundar el Colegio Romano, el Papa Francisco dijo que una vez colgó un cartel en la puerta de una casa de jesuitas en la Roma del siglo XVI. El cartel decía: “Escuela libre de gramática, humanidades y doctrina cristiana”. A partir de ahí, señaló las lecciones que se pueden aprender de ese cartel. En primer lugar, la multitud de asignaturas que impartían los jesuitas, mezclando las ciencias religiosas con las humanidades. En segundo lugar, señaló que las lecciones se ofrecían “gratis”. Es esta gratuidad, dijo el Papa Francisco, la que “nos abre a las sorpresas de Dios que es misericordia… educa sin manipular y sin atar a sí mismo, que se alegra del crecimiento y fomenta la imaginación”.
El Santo Padre pidió una universidad en la que la sabiduría se genere no a partir de ideas abstractas concebidas sólo en un escritorio, sino más bien a partir del “contacto con la vida de los pueblos y los símbolos de las culturas, en la escucha de las preguntas ocultas y el grito que surge de la carne sufriente de los pobres”. Les instó a “tocar esta carne, tener el valor de caminar por el barro y ensuciarse las manos”.
La Pontificia Universidad Gregoriana (Collegium Maximum), una de las Universidades Pontificias más antiguas de Roma, ofrece titulaciones en distintas disciplinas, como teología, derecho canónico, salvaguardia, psicología y espiritualidad, entre otras. El Pontificio Instituto Bíblico, fundado en 1909 por el Papa San Pío X y confiado a la Compañía de Jesús, es un instituto de estudios de Sagrada Escritura y disciplinas afines. El Pontificio Instituto Oriental, fundado en 1917 por el Papa Benedicto XV y confiado a la Compañía de Jesús en 1922, se especializa en estudios cristianos orientales.
