Segunda semana de Pascua

Comentario a las celebraciones litúrgicas de la segunda semana de Pascua (3 al 9 de abril).
En los primeros tiempos de la Iglesia, quienes habían sido incorporados a ella por los sacramentos de la iniciación cristiana en Pascua, debían conservar hasta este domingo las vestiduras blancas  que les habían sido impuestas encargándoles “conservarlas sin mancha hasta el tribunal de nuestro Señor Jesucristo”. Para los neófitos y para toda la comunidad, esas vestiduras mostraban la vida nueva recibida de Cristo, por la misericordia de Dios.
La Palabra de Dios en este domingo nos muestra esa misericordia en acción: Como Jesús había prometido “el que crea en mí hará las obras que yo hago y aun mayores” (Jn. 14,12), en el libro de los Hechos vemos que hasta la sombra de Pedro devuelve la salud a los enfermos y libera a los oprimidos. Es el mismo Jesús, a quien Juan contempla glorioso en el Apocalipsis, el que está con Pedro y en medio de la comunidad, aunque no se lo vea, como lo demuestra el diálogo con Tomás, que culmina con su profesión de fe, modelo de la nuestra. Así también en medio de las crisis externas e internas que vivamos, podemos confiar en su presencia misericordiosa en este pueblo ‘santo y necesitado constantemente de conversión’ (cf. LG 8). Así podremos, como Tomás, manifestar lo que nos impide creer; y llegar a ver y tocar las llagas del Señor en su cuerpo eclesial, para anunciar en verdad la Vida nueva que Él nos ha merecido. Porque, aunque son felices quienes crean sin haber visto, tenemos la misión de mostrar al Señor en nuestra conducta y no apartar a los demás de la fe, por un comportamiento incompatible con la fe.
El libro de los Hechos de los Apóstoles y el evangelio de san Juan nos acompañarán durante este tiempo pascual, tanto en los domingos como en los días de semana. Allí podremos reflexionar sobre lo que significa seguir el camino de Jesús, y sobre los obstáculos y crisis que marcan la vida de la Iglesia. Allí y así es como actúa el Espíritu. Sopla donde quiere y muchas veces desordena nuestros planes…se manifiesta en medio del conflicto, no para agudizarlo, sino para que aprendamos a usar la variedad de carismas con que nos ha enriquecido. La actitud legalista de las autoridades del templo, se prolongará más tarde en nuestro miedo a la libertad y a lo que no está prescrito por las rúbricas. Si Lucas lo recuerda en el libro de los Hechos no es sólo por evocar tiempos pasados, sino porque siempre en la comunidad habrá quienes se asusten ante los gestos novedosos. Como también habrá quienes intentarán favorecer a algunos en desmedro de otros, o intentarán aparentar piedad y santidad.
El camino de Jesús no elude nunca la cruz, ni siquiera en medio de la alegría pascual. Abrazarla significará poner a disposición del Señor, en la comunidad, lo que somos y tenemos, con la generosidad sin cálculo de la primera comunidad, cuya vida nos irá mostrando qué significa vivir como “hijos e hijas de la luz”. Si queremos recuperar fuerza evangelizadora hoy, hemos de pedir la gracia de la libertad y del desprendimiento. Así podremos avanzar a esa pobreza que haga que los pobres, en medio de nuestras comunidades, se sientan en su casa.
En esta semana recuperamos las celebraciones del santoral. En primer lugar, el lunes 4, con la solemnidad postergada de la Anunciación del Señor: desde la Pascua del Señor, contemplamos agradecidos el camino que Él recorrió para revelarnos el amor del Padre, y nos encomendamos a la intercesión de María, para que podamos imitarla a ella en su docilidad a la acción del Espíritu Santo: que, como ella podamos decir: “Hágase en mí según tu palabra”, también al pie de la cruz. El martes 5 se nos presenta la paradójica figura de san Vicente Ferrer (1350-1419), gran predicador dominico y uno de los protagonistas de la crisis del gran cisma, cuando llegó a haber tres papas, y el pueblo cristiano no sabía cuál era el verdadero. El jueves 7 se recuerda a san Juan Bautista de la Salle (1651-1719), sacerdote francés, fundador de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó su vida y su obra a la educación cristiana de los jóvenes.

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